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La "inagotable ilusión" de los emprendedores de la pandemia

"En las etapas más difíciles llegan las oportunidades de verdad", indican los responsables de negocios gijoneses abiertos tras el confinamiento

Yonathan Gómez (a la izquierda) y Javier José Fernández, en su negocio de productos alimentarios. JUAN PLAZA

No son pocos los gijoneses que se han dado a sí mismos una oportunidad en el peor momento posible. Unos por necesidad y otros por caprichos del destino, han decidido abrir o coger el testigo de negocios después del confinamiento, justo cuando la crisis económica más aprieta. El tiempo será el encargado de darles, o no, la razón en esta aventura. Pero ellos tienen una "inagotable ilusión". "Creemos plenamente en lo que hacemos", coinciden. Y muchos se han lanzado a ello sin ayudas económicas.

"En las etapas más difíciles llegan las oportunidades de verdad". Eso opina Omar Pellejero, que con sus propios recursos ha adquirido mediante traspaso un gimnasio en la calle Avilés, en el barrio de Laviada. Culturista profesional, ejerció antes como fisioterapeuta y entrenador personal, labores que le han sumado experiencia y conocimiento a la hora de llevar las riendas de un centro deportivo. Entre otras razones, decidió abrirlo "porque uno siempre tiene la aspiración de llegar a ser su propio jefe". Después de haber reformado íntegramente el espacio y de hacerse con nuevas máquinas, espera distinguirse de las grandes cadenas a través del "asesoramiento personal". "Estoy trabajando para que, en cuanto la gente vuelva a la normalidad, el gimnasio se llene", asegura el empresario.

Yonathan Gómez y Javier José Fernández son pareja. Antes de la pandemia, el primero trabajaba de dependiente en una cadena de ropa, mientras que el segundo ejercía de monitor en un centro deportivo. El covid-19 los mandó al paro, por lo que decidieron buscarse las habichuelas por otras vías. Tampoco gozaron de ayudas más allá de sus propios ahorros. Aprovechando que Gómez ya había trabajado como frutero, se han arriesgado a pagar por el traspaso de un establecimiento alimenticio en el número 92 de la avenida Constitución. "Se trata de aprovechar una oportunidad, estamos ilusionados", cuentan. Ambos dejaron atrás las dudas nada más acabar el confinamiento e incluso realizaron mejoras en el negocio, introduciendo una sección de charcutería. "Cuando abres un comercio, no sabes si va a salir bien o mal, pero hay que trabajar duro. Esa es la clave", argumenta Gómez. Cogieron el toro por los cuernos y, a día de hoy, después de haber abierto sus puertas a principios de julio, están "sorprendidos para bien".

Otro de los negocios que iniciará su andadura coincidiendo con la pandemia es el de Alberto García Fernández, Berty, y Lucía Álvarez Alonso. Esta pareja abrirá el 5 de agosto una hamburguesería gourmet en la calle Santa Elena tras años gestionando un negocio de food trucks. García es ingeniero de minas. En 2016, la empresa para la que trabajaba quebró. Lo que hizo entonces fue juntar sus ahorros y comenzar una nueva vida. "Tenía un dinero ahorrado, así que monté un food truck para el verano porque había pensado hacer un máster", comenta. Tan buen resultado dio la idea que, al segundo año, él y su pareja decidieron aumentar la flota: "Compramos otra furgoneta porque nos fue muy bien".

Este curso, García y Álvarez tenían pensado realizar numerosos eventos relacionados con los food trucks. Sin embargo, la pandemia les ha obligado a dejarlos "de lado", por lo que pudieron centrar sus esfuerzos en otro de los proyectos que tenían en mente: abrir un restaurante. "Quisimos montar un restaurante en el lugar donde nos gusta vivir: Asturias, que es nuestra tierra", explican. Comenzaron las obras, pero la pandemia las paralizó. "Teníamos pensado abrir el local a finales de mayo, pero la pandemia obligó a que se parasen las reformas durante mes y medio", menciona él.

Con respecto a las ayudas que la pareja obtuvo para comenzar esta nueva aventura, García niega haber recibido alguna. Únicamente, ambos se sirvieron de las ganancias que ellos mismos habían logrado con su negocio anterior. "Estuvimos buscando alguna ayuda para jóvenes emprendedores, pero la única fuente de recursos para la apertura proviene de lo que hemos logrado estos años gracias al food truck", asegura García.

Juanjo Cima es otro más de los empresarios que ha aprovechado el confinamiento para comenzar una aventura hostelera. Acaba de inaugurar un establecimiento en la céntrica calle Begoña, que suma a los tres que ya posee en Oviedo. En su caso, le movió "la pasión" y "la ilusión" por abrir su primer negocio en Gijón. "Llevaba dos años con este proyecto en mente y ya había conseguido el local en febrero", menciona Cima, que ha logrado ser el campeón al mejor cachopo asturiano. La llegada del covid, lejos de amilanarle, le dio más fuerza.

Ahora, pese a la creciente incertidumbre por los rebrotes del virus que surgen constantemente, los emprendedores del confinamiento miran hacia adelante sin miedo. Han sido capaces de comenzar un nuevo camino en medio del desierto de la crisis. Y no piensan arrojar la toalla. Saben que no queda otra que reinventarse, arriesgarse o morir. Y dan ejemplo.

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