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La pandemia dispara las consultas en Gijón por pesadillas infantiles y ansiedad en adultos

Los psicólogos clínicos detectan casos de “agotamiento” emocional, que deriva en “pérdida de apetito, irritabilidad y sensación de miedo”

La pandemia dispara las consultas en Gijón por pesadillas infantiles y ansiedad en adultos

“Tu hijo que dormía bien ahora se despierta llorando. Tú también duermes peor, estás de mal humor, te cambia el apetito. Y piensas: ¿será por la pandemia? Y te dices que no, pero sí lo es”. Carlos Veiga, uno de los psicólogos clínicos de Gijón, resume así cómo la crisis por coronavirus ha cambiado el perfil de pacientes que acuden –presencial o telemáticamente– a su consulta en las últimas semanas. El balance, explica, difiere por completo de la primera ola, cuando todos los esfuerzos se centraron en el virus y la ciudadanía, en general, dejó a un lado el autocuidado, su dieta y sus hábitos de sueño. Este otro aspecto de la salud, aunque se intente seguir relegando a un segundo plano, cobra ahora cada vez más fuerza y empieza a manifestarse con cuadros de estrés y ansiedad que pillan por sorpresa a la mayoría de enfermos. La sensación de que estar nervioso o dormir mal no es tan importante ahora mismo hace que muchos gijoneses “se descuiden”, obligados en muchos casos por una economía precaria, un despido imprevisto o contagios en su entorno cercano que no le dejan tiempo para pensar en su bienestar.

Aclara Veiga que la sensación que tiene estas últimas semanas de trabajo es que está atendiendo las consecuencias de un problema que se ha ido acumulando. Una bola de nieve. “Es como cuando te moja el orbayu, que vas caminando tranquilo porque ves que no está lloviendo mucho pero luego llegas calado a casa. Son siete meses de pandemia. Una tras otra. Ahora al haber más contagios ya tiene más posibilidad de conocer a gente cercana que se ha contagiado, o tú mismo. Ya no es algo que pasa solo en Madrid, ahora está aquí y nos pilló ya muy cansados”, razona.

Las mujeres de mediana edad son el otro perfil más habitual, con depresiones, según los expertos

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En Gijón se están detectando dos perfiles habituales: mujeres de mediana edad y niños. Las primeras suelen presentar síntomas compatibles con cuadros de ansiedad y depresión, si bien estos problemas afectan por igual a todo tipo de adultos (en muchos casos las mujeres son más dadas a pedir ayudar) y se refuerzan en los casos de cuidadores. “Hay familias muy sobrecargadas por el cuidado de pacientes muy graves, también los que tienen alguna patología psiquiátrica como trastornos de la personalidad. Pacientes que antes salían a la calle y que ahora deben quedarse en casa con sus familias”, afirma Veiga, que intuye que el término de este año se saldará con un repunte importante en la prescripción de psicofármacos. “Mi impresión es que han aumentado mucho, pero no hay datos. Y no es porque se receten porque sí. Hay buena coordinación en atención primaria, a la gente no se la sobremedica sin motivo. Se receta porque se necesitan. Ahora hay más insomnio, más preocupaciones”, añade.

En cuanto a las pesadillas infantiles, las familias que recurren estos días al sistema sanitario gijonés refieren que sus pequeños nunca hasta ahora habían sufrido este tipo de problemas. Los afectados, por su corta edad, tampoco saben explicar concretamente de dónde procede su angustia. “Hace tres años, cuando empezamos a trabajar los psicólogos clínicos en Asturias, las consultas eran por cosas habituales, por problemas de la vida. Un divorcio, un despido, presión laboral. Ahora lo que vemos es que la angustia viene de la incertidumbre. No sabes cuál va a ser tu escenario mañana y el miedo se dispara”, completa.

En general estos cuadros de estrés se van encrudeciendo por trastornos en cadena. “Lo que más rápido se detecta es el sueño. Si estás descansando peor, después te cambia el apetito y acabas estando más irritable. Puedes notar que discutes más, que es más fácil que algo te enfade. Te cambia el humor y todo te afecta más”, ejemplifica el psicólogo. ¿La solución? Intentar retomar los buenos hábitos. Dar un paseo, hacer algo de ejercicio, intentar comer mejor y vigilar cuántas horas al día se ha estado pendiente del móvil o cualquier otro dispositivo digital. “También ayuda llamar a los tuyos, retomar el contacto con gente con la que hace tiempo que no hablas. O prepararte una cena normalita, ingerir cosas que sabes que te sientan mejor. Prestar más atención a los hábitos de salud es casi más importante que lo que te vaya a ofrecer el sistema sanitario ahora mismo. Es más importante moverte una hora todos los días que un antidepresivo, en muchos casos. El sistema sanitario tiene ahora menos fuerza para cuidar de nosotros”, sentencia el psicólogo.

Otros expertos en salud mental, como el psiquiatra Julio Bobes, matizan, no obstante, que este tipo de consultas no representan necesariamente un aumento de las patologías relacionadas con la salud mental. “Los problemas de la vida cotidiana no son una enfermedad ni deben tratarse como tal. Es probable que muchas de esas consultas se deban a que ahora mismo mucha gente no sabe a quién recurrir. Es cierto que a nivel psiquiátrico en Asturias hay muchas menos camas de las que necesitaríamos, pero la angustia y el miedo propios de estos tiempos no pueden tratarse como una enfermedad, porque no lo son”, asegura.

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