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Habla el "padre" de las placas de las calles de Gijón: "Es un acierto que se vayan a renovar las dañadas"

“Hacía falta cambiar unas cuantas”, señala Alberto Estrada, ante el plan municipal

Alberto Estrada, delante de una de las placas de la plaza Mayor. Juan Plaza

Las calles de Gijón son historia y parte de esa historia pertenece a Cerámica Laguía, una empresa familiar que en 1998 ganó el concurso ante grandes del sector para cocer las placas de cerámica que hoy dan nombre a las vías. Unas placas que ahora el Ayuntamiento inventariará, reparará y repondrán en los casos que sea necesario. La medida no ha pasado desapercibida para Alberto Estrada, gerente de la empresa que instaló los carteles y uno de los que mejor los conoce. “Ya hacía algo de falta esta revisión”, afirma.

Estrada tiene 61 años, 36 de ellos en el sector de la cerámica. Tiene una empresa familiar, popular en Gijón y en la que su mujer y su hijo forman parte de un organigrama que tuvo que reestructurarse con la crisis de 2008. La historia de cómo la firma, que comenzó su andadura en un taller de no más de 20 metros cuadrados, se impuso en el concurso para fabricar las placas no tiene desperdicio. Antes, conviene explicar que hay tres tipos de carteles: ovalados, con el escudo municipal antiguo, en Cimadevilla; rectangulares y blancos con orla talaverana, en la zona Centro; y blancos con una franja roja superior, en el resto de barrios. La franja no es baladí y fue la clave para el triunfo de la firma.

Placa de la calle Cervantes, en la zona Centro. Juan Plaza

“Sacar el color rojo en la cerámica no es para nada sencillo”, apunta Estrada. “Tienes que cocer a unos tiempos y temperaturas muy determinados. Si no es así, el color se deteriora”, explica. “Tuvimos que competir con grandes empresas, como por ejemplo, Porcelanosa. Fue gracias al color rojo que nos hicimos con el concurso”, rememora. Y gracias a ese conocimiento del material fue que las placas de los barrios de Gijón lucen hoy con su imagen actual, tan característica.

Otro apunte. El 11 de mayo de 1990, con Vicente Álvarez Areces en la Alcaldía de Gijón, se aprobó de una tacada el cambio de nombre de más de 100 calles, como, por ejemplo, la prolongación de Marqués de San Esteban, que pasó a ser lo que todavía hoy se llama avenida Juan Carlos I. Hasta 1998, el nombre de muchas calles se leía en cartelones verdes, colgados de una barra doblada. Una elección poco llamativa que no gustaba a los gijoneses. “No tenían ninguna razón de ser”, apunta Estrada, que hasta recuerda que, entre 1998 y 1999, salieron de sus talleres la cifra de 2.480 carteles.

El proceso para fabricar las placas de las calles difiere en función de la zona. Por ejemplo, las de los barrios se producen en serie al ser menos recargadas que las de la zona Centro o Cimadevilla. Estas últimas están hechas a mano en la firma que comanda Estrada y necesitan tres cocciones para que luzcan en perfecto estado de revista. “La cerámica está demostrado que es un material duradero, vistoso y luminoso que cuesta poco de mantener”, apunta el gerente de Cerámica Laguía.

Recuerda Alberto Estrada que al instalar las nuevas placas se produjo algún que otro acto de vandalismo, sobre todo, con algunas pegatinas que aparecieron tapando el nombre original por el nombre en asturiano de la vía. Y que a la hora de colocarlas no se fabricaron las suficientes, razón por la cual todavía hoy en día hay calles largas que deberían de tener más placas de las que en realidad tienen. “Juan Alvargonzález –en El Llano– necesitaba por lo menos 30 placas y solo se llegaron a colocar la mitad”, rememora.

Placas de las calles Feijoo y Esperanto, en El Coto. Juan Plaza

El inventario que ahora propone el Ayuntamiento estará dotado de 7.500 euros. Implicará un plan de trabajo de un mes y será posteriormente competencia del área de Obras y Servicios reparar las placas ya instaladas y colocar las nuevas allá donde sean necesarias. El trabajo no supondrá un cambio en la estética de los carteles. Por ello, Alberto Estrada recuerda una intervención de la alcaldesa, Ana González, hace pocas semanas en la que animaba a “no comprar en Amazon”. “La animo ahora a que no compre en fábricas de fuera”, dice con buen humor el dueño de Cerámica Laguía, que es parte de la historia de las calles de Gijón.

Las “otras” placas

En el callejero gijonés, hay vías donde aún perviven placas de cerámica con muchas décadas de historia que nunca se retiraron. Hay un caso muy curioso, que es el de la calle Casimiro Velasco, donde hay incluso tres indicadores diferentes, justo donde la vía hace esquina con la calle Capua. Un ejemplo más de que el callejero gijonés rezuma historia por los cuatro costados.

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