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El legado de Aurelio Suárez crece en el Reina Sofía

El museo madrileño incorpora a su catálogo digital siete nuevas obras del pintor gijonés, que representan la inmensa variedad de su iconografía

“Mundo Oculto” (1934), de Aurelio Suárez.

El legado del pintor asturiano Aurelio Suárez continúa creciendo. El Museo Reino Sofía ha incluida siete nuevas obras del artista en su catálogo web. En un momento clave para el arte en formatos digitales, con los museos y galerías reinventándose a través de nuevos soportes para llegar a más público, la trayectoria de Aurelio Suárez cuenta con una gran visibilidad a través del formato digital del prestigioso museo madrileño, con un total de 15 obras reflejadas en este soporte, sobre las 26 que se pueden visitar en el apartado físico.

“Es muy importante la visibilidad que se da a su trabajo. Que llegue a mucho más público, a través de la web hace que exista un mayor alcance y conocimiento de su obra”, explica su hijo Gonzalo Suárez. “De esta manera su obra está en el mundo, el que entre en la página verá 15 de sus cuadros. Es una documentación muy importante para que llegue a muchos rincones”, añade.

“Crono Pictórico” (1934).

En 2019 fueron donadas al Museo Reina Sofía una docena de creaciones de Aurelio Suárez. De ellas fueron incorporadas ocho al apartado web dedicado al pintor gijonés: “País Nevado” (1938), “Regreso” (1941), “Lucubración pictórica” (1945), “Cárcel” (1946), “Pleniluvio” (1946), “Mujer cerrada en su castidad” (1951), “Noche del martes” (1954) y “Hombre Gallina (1955). Un año después en 2020 se donaron otra docena más, de las que siete han sido incorporadas recientemente al soporte digital del Museo Reino Sofía: “Nuestro Equipaje” (1930), “Teorema pictórico” (1932), “Crono pictórico” (1934), “Doctor Honoris Causa” (1945), “Mundo Oculto” (1946), “Campesino” (1946) y “Móviles” (1955).

Estos últimos cuadros reflejan la inmensa variedad de la iconografía de Aurelio Suárez. Se recogen las figuras híbridas, entre humanas y animales. Y se exponen sus típicos paisajes con figuras solitarios, con un su peculiar toque abstracto.

“Teorema Pictórico” (1932).

Además en dos de ellas aparecen manuscritas dos reflexiones que reflejan su filosofía. “Pintar no es copiar la naturaleza, es representar gráficamente lo que imagina nuestro cerebro” es lo que se puede leer en “Teorema pictórico”. Mientras que en “Crono pictórico” aparece manuscrito: “Y te diré, que, la maquina fotográfica, ha hecho de la pintura realista ‘algo’ inútil y sin razón de ser”.

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