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Los flecos del saneamiento gijonés

El plan integral cumple 30 años con la judicializada depuradora del este en obras para entrar al fin en servicio y la reforma de La Reguerona a la vista

Una vista de La Reguerona, la depuradora de la zona Oeste. | Ángel González

La Reguerona de Aboño se prepara para una reforma tras más de 15 años de funcionamiento. Es la depuradora de la cuenca oeste fijada en el convenio donde para esa área se establecían, entre otras obras, el colector general del Cutis, el interceptor costero del Pilón a La Figar, la estación de pretratamiento de esa zona y los emisarios terrenos y submarino de Aboño.

La cuenca del este nunca completó el plan de obras fijado en 1991 y lleno de colectores y estaciones. El fleco pendiente es la depuradora. Una instalación envuelta en problemas judiciales cuyas obras se paralizaron en 2016. Aunque luego se abrió una parte que otra sentencia volvió a cerrar. Hoy comienza oficialmente el plan de obras para su terminación y puesta en funcionamiento.

Las empresas Drace Infraestructuras y Dragados están llamadas a empezar hoy los trabajos del contrato de 5,5 millones con el que la Dirección General del Agua ha diseñado la operación de remate de obras y entrada en servicio de la depuradora del este. Un contrato de un año aunque el plan es que la instalación puede ponerse en marcha en octubre. Mes arriba o mes abajo. Algo que no tendría importancia si el calendario no desvelase que esta semana se cumplen treinta años desde la firma del plan de saneamiento integral de Gijón del que esta depuradora es el gran fleco pendiente. Quien piense que el plan de vías es la versión gijonesa de la historia interminable que no se olvide del plan integral de saneamiento con una década más de problemas a sus espaldas. Aunque también de muchos logros. La mayoría ocultos a la vista bajo el suelo de la ciudad.

Ayuntamiento, Principado y Estado firmaban el 15 de abril de 1991 el plan de saneamiento integral de Gijón con un presupuesto de 12.000 millones. De pesetas, claro. El entonces Ministerio de Obras Públicas, con la rúbrica de José Borrell que ahora es el alto representante de la Unión Europea para asuntos exteriores, se comprometía a pagar la mitad. El diseño de la intervención partía de la división del concejo en dos cuencas hidrográficas en base a dos cuencas fluviales naturales: la que el río Piles definía al este y la que el Pilón configuraba al oeste. Entre una y otra una línea imaginaria que unía el Cerro de Santa Catalina con Ceares a través de la avenida de Hermanos Felgueroso.

Sobre cada una de esas dos áreas se fijó un diseño de colectores interceptores, plantas de bombeos, plantas de pretratamiento de aguas residuales, depuradoras y emisarios submarinos. El macroproyecto definido en ese convenio, que luego sufrió una modificación en 1999, se planteó con un horizonte de 25 años y un objetivo claro: que las aguas que los gijoneses y sus industrias vertían llegaran al Cantábrico sin dañarlo. El plan de trabajo se organizó en una veintena de actuaciones. Todas ellas ya ejecutadas. Excepto la depuradora del este envuelta en un largo y complejo proceso judicial, que la tiene paralizada en base a la lucha de un grupo de vecinos de ese entorno.

En la cuenca del oeste, y siguiendo las pautas de ese plan integral, se ejecutaron los colectores interceptores del Cutis, el Pilón, la calle Brasil y El Natahoyo; además del interceptor costero, el colector de alivios del Musel, la planta de pretratamiento de La Figar con su conducción hasta la depuradora de La Reguerona, los emisarios terrestre y submarino de Aboño y los colectores generales de Aboño y Pinzales. Al este computan las redes de alcantarillado del Peñafrancia, el colector del Arenal y Coto de San Nicolás, la estación de pretratamiento, el emisario terrestre y submarino de Peñarrubia.

A mediados de los noventa ya se habían puesto en funcionamiento varias piezas de ese rompecabezas. Las de la zona oeste, como la estación de pretratamiento de La Figar y el emisario submarino del Musel, fueron básicas para que se pudieran hacer realidad unas playas de Poniente y El Arbeyal con aguas de baño de calidad. También en esos años, pero al otro lado de la ciudad, se finalizó el colector del Arenal y se inauguró en 1994, la estación de pretratamiento de aguas residuales de El Pisón sobre unas instalaciones preexistentes construidas setenta años antes, como recuerda el historiador Héctor Blanco en una de sus publicaciones sobre la historia de la Empresa Municipal de Aguas. La potente EMA gijonesa es quien ha ido asumiendo la gestión de estas infraestructuras.

Precisamente sobre esa estación de El Pisón se empezó la batalla judicial de los vecinos. Y en ella siguieron cuando en 2010 el Consejo de Ministros dio su autorización para que fuera allí donde se ubicara la estación depuradora de la cuenca este. El Supremo ordenó parar las obras en 2016. De todo lo construido solo llegaron a funcionar los equipos de desarenado y desengrasado y no por mucho tiempo. El Supremo volvió a mandar parar.

Esta instalación, con un coste de más de 40 millones de euros encara ahora su puesta en marcha entre la misma amenaza de ser paralizada en los juzgados que ha marcado su construcción. Mientras, la falta de depuración de las aguas de Gijón se incluye en la factura de la multa que los tribunales europeos impusieron a España.

También hay planes a corto plazo para la depuradora del oeste, La Reguerona en Aboño, inaugurada el 11 de julio de 2005 tras invertir más de 30 millones de euros. La Dirección General del Agua prepara una reforma para los próximos meses que incluye la ampliación de la linea de fangos, remodelar los reactores biológicos y los decantadores secundarios e implantar un nuevo tratamiento biológico secundario. Unos 15 millones para adecuarse a las actuales exigencias europeas en materia de depuración.

Han sido años y años de trabajo y millones y millones de inversión. Pero lo hecho en el saneamiento de Gijón no se limita a lo previsto en el plan de 1991. Fuera de ese convenio, la Empresa Municipal de Aguas ha trabajado en la mejora de los equipamiento de las dos cuencas. Quizás las infraestructuras más impactantes son los pozos de tormentas: el ya ejecutado bajo el Museo del Ferrocarril y los que ahora mismo se pueden ver en construcción en la playa del Arbeyal y en el parque de los Hermanos Castro. Un esfuerzo que marcará el futuro de un Gijón más respetuoso con su mar.

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