José Manuel Bada emigró desde Caravia a América cuando tenía solo 10 años. Inició una apasionante carrera que le llevó a ser reconocido como el cronista español entre la colonia americana y a codearse, por su faceta de crítico, con todos los artistas y los intelectuales de la época.
Prudencio “Pete” García partió con 7 años desde Salinas a Estados Unidos, junto a su madre y hermanos, para buscar a su padre. Allí acabó convirtiéndose en un el primer árbitro nacionalizado en Estados Unidos que participó en un evento internacional de fútbol, el Mundial de Brasil de 1950.
Son dos de los ejemplos de historias, con imágenes, documentos y una infinidad de recuerdos que los comisarios Luis Argeo y James D. Fernández recogen en la exposición “Emigrantes invisibles. Españoles en EE UU (1868-1945)”, que el 18 de noviembre se inaugurará en el Antiguo Instituto de Gijón. Pero antes, ayer, en el Muséu del Pueblu d’Asturies, se celebró una actividad muy especial, la “Xuntanza trasatlántica”, en la que se buscó reunir muchas más historias para incorporarlas como anexo a la muestra.
Hasta Joaco López, director del museo, quiso contribuir aportando unas imágenes de unos primos de sus abuelos, en las que se ve una delegación asturiana en el Centro Asturiana de Tampa (Florida).
La exposición, que se abrirá al público en un par de meses, cuenta con 250 reproducciones de imágenes, además de infinidad de materiales originales, como documentos de viaje, pasaportes, cartas, silbatos, un mortero o carteras. “Lo que se busca es unir de nuevo una historia que estaba a punto de desaparecer. Los bisnietos de estos protagonistas muchas veces no saben reconocer estos materiales y poner en valor la importancia de esta conservación”, relata Argeo, que confiesa también que la muestra final de 250 imágenes se ha tomado sobre una base de 10.000, en las que ha trabajado en la última década.
La “Xuntanza transatlántica” sirvió para compartir y disfrutar de todas esas historias con los descendientes de los protagonistas. Yolanda Cerra, de Ribadesella, mostró todo el material recopilado de José Manuel Bada. “Fue el promotor de la primera película hispana hablada en Estados Unidos”, apuntó. “Emigró a Cuba con 10 años en 1899, se instaló en Nueva York en 1915, y siempre mostró sus inquietudes culturales. Llegó a estar en todos los saraos artísticos, al ser crítico de ópera, y le permitió entablar relación con Tagore, Valle-Inclán o Caruso, o cartearse con Palacio Valdés”, destacó.
Luis Argeo señaló también que esta aventura le ha permitido descubrir colaboradores muy interesantes, como Ron González. “Es un nieto de asturianos, afincado en Virginia Occidental, que nos ha aportado mucho material. Sin ser de aquí, transmite una asturianía única gracias a las fabadas y los cancioneros que escuchaba a su abuela”, destaca.
