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Los cruceros vuelven a Gijón con acento alemán

Los 104 viajeros del “World Voyager”, el primer barco turístico que atraca en El Musel desde que empezó la pandemia, visitan la Laboral y quedan prendados del aire “acogedor” de Cimadevilla

Los turistas en el patio de la Universidad Laboral. | Pablo Solares

El “World Voyager”, el primer crucero que atraca en la ciudad desde octubre de 2019 –hace ya casi dos años– desembarcó ayer en El Musel con un centenar de pasajeros a bordo, la mayoría alemanes. Partieron el 17 de septiembre de Hamburgo y, tras visitar hoy A Coruña, cerrarán el viaje esta semana en Oporto. La breve escala en Gijón quedó algo chafada por el cielo nublado, pero los visitantes alabaron, tras descubrir la Laboral, el barrio antiguo de Cimadevilla: “Toda la costa es preciosa”.

“Lo que más nos están recomendando ver es el barrio antiguo de pescadores”, comentó Wolfgang Pröhl, austriaco y contratado como “lecturer” –profesor– del viaje. Da charlas a los turistas. Ayer, a última hora de la mañana, este guía estaba ya bien mimetizado en Gijón, y ayudaba a otros visitantes españoles, chapurreando un poco de inglés y un poco de español, a hacerse fotos delante de Las Letronas. “Llevo tres meses embarcado, es emocionante”, aplaudió.

Los cruceros vuelven con acento alemán

Que el tiempo ayer en Gijón estuviese un poco caprichoso, amenazando con una lluvia que no acababa de caer del todo pero que tampoco se iba, hizo que buena parte del pasaje perdiera un poco los ánimos. “De momento no podemos decir que sea espectacular”, se lamentó sobre la visita Wolfpamp, un alemán que atracó en la ciudad en compañía de su mujer. Gijón les ha gustado “más o menos”, según pudo explicar ella en castellano, pero echaban de menos el sol. “Ayer tuvimos un día fantástico en el barco, muy soleado”, aseguraron. Viajar a bordo del “World Voyager” quita las ganas de pisar tierra firme. El gran barco, con 126 metros de eslora y 4,8 metros de calado, tiene seis cubiertas para pasajeros, varios restaurantes, gimnasio y hasta un spa con dos salas de tratamientos, así como un área de relajación y una sauna con vistas al mar. También dispone de un auditorio para conferencias (el cometido de Pröhl), dos jacuzzis y piscina.

Los cruceros vuelven con acento alemán

Más contenta estaba Cesine Muller-Madaus, que explicó haber disfrutado mucho por ver “tanta costa”. Hizo una parada para recargar fuerzas en uno de los bares del muelle y presumía explicando que se había pedido un café con coñac y crema. Ella va a encadenar, en cuanto se baje en Oporto, otro viaje en crucero a Palma de Mallorca: “Quiero ver más sitios españoles”. Otros turistas que recorrían ayer el centro gijonés explicaron que la ciudad les parece “acogedora”, pero ya venían muy acostumbrados al aire costero. Casi todos quedaron maravillados con Ámsterdam, una de las primeras paradas del crucero, y con Honfleur, una comuna francesa en Calvados. “Es genial poder conocer varias ciudades importantes de golpe”, subrayaron.

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