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Las “joyas” que salen en procesión: así son las imágenes más destacadas de la Semana Santa de Gijón

Las cofradías elogian la calidad artística de la Piedad de Vera Cruz, el Cristo de Macías y el Yaciente: “Tenemos imágenes de mucho nivel”

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Las “joyas” que salen en procesión: así son las imágenes más destacadas de la Semana Santa de Gijón Ángel González

Las cofradías ultiman los preparativos para la Semana Santa y sacan brillo a las imágenes más icónicas de la ciudad. Gijón, según los cofrades, cuenta con obras de “mucho nivel” facturadas por artistas reconocidos como Maximino Magariños y Francisco González Macías, aunque aseguran que la devoción de los feligreses tiene más que ver con el símbolo de la imagen que con su calidad escultórica. “La Soledad y el Cristo de Medinaceli siguen siendo los que más colas acumulan. Ves mucha gente joven”, aplauden.

La Santa Veracruz tiene como joya de la corona a su Piedad, una obra de Manuel Martín Nieto, de 2005. “Nuestro paso titular era una cruz desnuda, pero en 2004 encargamos esta imagen que costearon los propios cofrades. El artista en aquel momento era novel y hoy es ya puntero en España. Es de lo mejorcito”, explica el hermano Juan Antonio Rodríguez-Pládano. La imagen suele dormir en el Espíritu Santo, pero ya está instalada en San Pedro para ultimar algunos arreglos, entre ellos, una nueva corona de plata donada por una hermana. La obra es de las más difíciles de portear. “El Cristo pesa mucho y tiene muy expuestos los brazos y el paño que le cubre. Cualquier golpe o paso brusco puede ser un problema”, asegura el hermano, que entiende que este será algo más fácil por la nueva rampa que instalarán en el Campo Valdés para evitar portear a mano por los escalones.

El Cristo de la Misericordia es una de las obras más aclamadas del imaginero salmantino Francisco González Macías. “Es una obra famosísima, como su autor, y está siempre en San Pedro. Es uno de nuestros iconos”, asegura Javier Gómez Cuesta, párroco de San Pedro. La cofradía de la Santa Misericordia la encargó tras perder todo su imaginario en la Guerra Civil y se la trajo a Gijón en 1943. La escultura tiene varias peculiaridades: el Cristo no tiene corona de espinas ni herida en el costado y sus clavos son de plata de ley.

Y para Alejandro Vallaure, del Santo Sepulcro, su imagen estrella es el Cristo Yaciente, con la icónica urna de cristal. “La urna es de las poquísimas cosas que se salvaron de la Guerra porque se había usado para velar a un policía importante que había fallecido. Fue mera casualidad”, explica. El Cristo es más reciente, de 1939, obra de Maximino Magariños. Procesiona en una carroza con ruedas. “Así es más seguro, pero a mí me gustaría poder portearlo. El problema es que cuesta cada vez más dar con porteadores”, reconoce Vallaure.

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