La figura de la semana | Médica, nueva gerente del área sanitaria de Gijón

María Luisa Sánchez Núñez, una sanitaria resolutiva y leal

Hija de emigrantes, nacida en Nottingham, compagina la Medicina con su pasión por el arte y su afición al surf y el pádel, que practica con destreza

María Luisa Sánchez Núñez

María Luisa Sánchez Núñez / Mortiner

María Luisa Sánchez Núñez, nueva gerente del área sanitaria de Gijón, suele definirse como gijonesa porque se siente como tal, pero, también, por resumir. El periplo antes de llegar a Gijón fue largo. Nacida en Nottingham (Reino Unido) en 1967, la médica es hija de emigrantes: de un hombre gallego que trabajaba en una empresa de transatlánticos y de una mujer zamorana que limpiaba habitaciones de hoteles. Pura clase obrera. Y a su regreso a España Sánchez ya tuvo claro que estudiaría Medicina, así que, tras un tiempo viviendo en León, hizo ya la carrera en Oviedo. El grueso de su trayectoria se desarrolló en Asturias y siempre ha visto en Gijón una ciudad acogedora de la que desde hace ya tiempo no tiene previsto marcharse. De ahí que en estos primeros días de trabajo –se incorporó a su puesto formalmente el lunes– haya presumido de haber formado un nuevo equipo marcadamente gijonés para lo que se entiende como una nueva etapa para el Hospital de Cabueñes y la red de atención primaria. Resolutiva, buena compañera y con una larga carrera de gestión a sus espaldas, la nueva gerente, que también es una gran amante del deporte y del arte, aspira a traer una nueva etapa de estabilidad al área, que cambió de responsable dos veces en los últimos cuatro años.

Si todo hubiese ido bien, en realidad, Sánchez ejercería hoy la medicina como nefróloga. Cursó esa especialidad –la cursó entre los años 92 y 96 en el HUCA– y trató de buscarse un trabajo en Burgos porque era donde en ese momento trabajaba su pareja, pero los tiempos entonces, en los años 90, eran muy distintos a los de ahora. La escasez de médicos actual contrasta con la situación de antaño, donde incluso profesionales como ella, que siempre sacó buenas notas, no tenían garantizado un trabajo. Ella no lo encontró en Burgos, así que decidió estudiar para ser inspectora médica y se sacó la plaza a finales de esa misma década. Desde entonces, su esencia de funcionaria la lleva, según quienes la conocen, a tener una vocación genuina de servicio público que le hace sentir una responsabilidad especial hacia sus pacientes, que ahora superan los 290.000.

Con una larga carrera de gestión, aspira a dar estabilidad al área sanitaria gijonesa

La nueva gerente parte con una importante ventaja de partida: aprecia y conoce la ciudad. Y la conoce no solo como vecina, sino como gestora. En su ya larga trayectoria en el Sespa, estuvo involucrada en la tramitación y puesta en marcha de varias obras del hospital –un centro sanitario, de alguna manera u otra, siempre está licitando mejoras–, e impulsó mejoras para el servicio de Pediatría y el área de hemodiálisis y parte de la puesta en marcha del centro de salud de Roces-Montevil. En la ciudad ejerció también como médica inspectora del área de prestaciones sanitarias y se encargó de proyectos locales durante sus cargos como directora de Servicios Sanitarios y del área económica del Servicio de Salud. En los últimos, aunque ejercía como subdirectora del HUCA –un tiempo durante el que tuvo que afrontar, como gran reto, la pandemia por coronavirus–, siempre miraba de reojo a Cabueñes. Está casada con el cirujano Manuel Vallina-Victorero, con quien tiene tres hijas.

En las distancias cortas, Sánchez suele dar la sensación de ir siempre por delante. Siempre ha tenido la fama de ser una empleada rápida y resolutiva, y como gestora, aunque nunca ha pecado de ser servil hacia ningún jefe ni partido, sí se ha ganado el prestigio de comportarse siempre de manera leal con sus compañeros. En su primera intervención como gerente, de hecho, lo primero que quiso defender fue la valía de su nuevo equipo. Ese carácter resolutivo, no obstante, quizás pueda entenderse a veces como una cierta falta de paciencia. Sánchez, que se sacó a distancia la carrera de Historia del Arte por gusto hace ahora ocho años, no suele lograr entender que un trámite sencillo se demore durante meses. Tampoco que una medida consensuada y necesaria se quede bloqueada en comisiones, informes y contrainformes. Para ella, lo importante debe ser siempre urgente.

En su tiempo libre, que no abunda, Sánchez compagina su pasión por el arte con su afición por el deporte. Practica, y con destreza, el surf y el pádel, y le gusta mucho salir a caminar. Sus intereses, eclécticos, le hacen estar siempre inmersa en algún curso o pendiente de acudir a alguna conferencia. Su entorno tiene la sensación de que está siempre aprendiendo. Ahora, aprenderá cómo se gestiona desde primera fila una gran ampliación hospitalaria y cómo liderar, en el complejo contexto actual de escasez de sanitarios y ambientes en general crispados, el impulso a la potente red local de atención primaria y su conversión en centros de alta resolución. Sánchez tendrá que hacer ahora muchas cosas a la vez. Por suerte, parece llevar toda la vida haciéndolo.

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