Homenaje de acero al bailarín Vaslav Nijinsky

Amancio González presenta en el Evaristo Valle una escultura del coreógrafo ruso: "Fue el precursor de la danza contemporánea"

Amancio González, ante su escultura, en el Museo Evaristo Valle.

Amancio González, ante su escultura, en el Museo Evaristo Valle. / Marcos León

Pablo Antuña

Pablo Antuña

Un homenaje al bailarín y coreógrafo ruso Vaslav Nijinsky, considerado como "el precursor de la danza contemporánea", como recalca Amancio González, el artista que presentó ayer en el Museo Evaristo Valle la escultura "Nijinsky VIII", que forma parte de la serie de once obras en acero corrugado que el escultor leonés dedica a la figura de este artista. "Tuve la fortuna de ver una de sus obra y me quedé impresionado por su calidad, por eso decidí hacer una serie de esculturas que están inspiradas en la realidad, con poses coreográficos", afirma González.

El artista leonés se inspira en la película "L’Après-midi d’un Faune", grabada en 1912 y reconstruida digitalmente en 2011 por Christian Comte, con coreografía y baile del propio Nijinsky. "Lo que hago es reservar la escultura en ese momento concreto y le regalo al espectador la posibilidad de poder apreciar en todo su esplendor la anatomía del bailarín", detalla durante la presentación de la escultura en el Museo Evaristo Valle.

¿Y qué fue lo que le motivó para llevar esta figura del baile a una pieza artística? "Lo que más me interesó es que se movía con poses muy escultóricas. Sigo buscando nuevas formas de expresión del cuerpo, descubrir que esta coreografía fue realizada en 1912 para mí fue una revelación, me parece una propuesta absolutamente contemporánea, por eso decidí hacerle este homenaje", explica.

"La pose que utiliza en este ‘Nijinsky VIII’ es la de un personaje arrodillado. Además, aparece en un ventana, de tal manera que es el propio Nijinsky el que nos observa a través de ella", comenta González, antes de detallar más partes de ese instante que ha captado: "Está con las palmas de las manos mirando al espectador y señalando un pañuelo que está en el suelo, que había dejado una ninfa de la que se había enamorado. Es un momento muy emocional e intenso, porque lo que le queda es el pañuelo, que él usa de símbolo para sentir la pasión que tenía por la ninfa". Y añade en esa línea: "Está considerado como el precursor de la danza contemporánea. Me gusta mucho ese juego que planteaba, por eso la propia escultura lleva una pieza geométrica detrás, que lo que hace es potenciar la dinámica de la obra".

Respecto al material sobre el que ha trabajado, el acero corrugado, Amancio González explica cómo lo moldeó: "Es lo que se conoce como ferralla. Llevo trabajando 10 años con este material, pensado para ser escondido dentro del hormigón, pero al que a mí me gusta darle luz. Está hecho con pequeños trozos, voy soldando y construyendo; es decir, un proceso inverso al tradicional".

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