Entrevista | Eugenio Salomón Rugarcía Ajedrecista, interviene mañana en un coloquio en la antigua Escuela de Comercio

"Es increíble el efecto que tiene el ajedrez para evitar la demencia"

"Estoy convencido de que la actividad mental es tan inestimable como la gimnasia física para poder contar con buena salud"

Eugenio Salomón Rugarcía, ayer, en el paseo del Muro.

Eugenio Salomón Rugarcía, ayer, en el paseo del Muro. / Ángel González

A sus 95 años, Eugenio Salomón Rugarcía (Gijón, 1928) vuelve desde New Jersey a su ciudad natal para intervenir en la charla-coloquio «Memoria y mantenimiento cognitivo en la práctica del ajedrez y el bridge», que tendrá lugar mañana, a las 19.00 horas, en la antigua Escuela de Comercio.

–¿De dónde le vino su pasión por el tablero?

–Mi amor por el ajedrez empezó en 1941, cuando mi padre llegó a Gijón después de pasar una odisea en la Segunda Guerra Mundial en Francia. Aprendí a jugar al ajedrez con él a mis 12 o 13 años. Jugué una partida contra Alexander Alekhine, que era entonces campeón mundial. El resto es historia.

–¿Con cuántos años se vio obligado a salir de España?

–Salí de España después del Bachillerato y un año de Universidad en Madrid, a los 19 años. Viajé hasta La Habana, donde estuve 13 años antes de irme a Estados Unidos, donde he vivido otros 63. Cuando salí de España había jugado el Torneo Internacional de Gijón del año 1947, en el que le gané una bonita partida al campeón de España Antonio Medina y quedé empatado a puntos con «Arturito» Pomar, y delante de Antón Rico, el gran campeón asturiano.

–¿Continuó jugando en todo momento?

–Seguí jugando al ajedrez en 1952, en La Habana. Quedé sexto y me clasifiqué para la selección del equipo cubano olímpico de ajedrez, que iba a Helsinki, pero por problemas no pude ir. Ahí pensé que me retiraba para siempre del ajedrez. Pero nunca pude retirarme al completo. Estuve 16 años sin jugar al ajedrez en campeonatos porque estuve creando una familia, desarrollando mi carrera y emigrando a Estados Unidos en 1960. Allí volví a jugar en 1968. Después de 16 años jugué el Abierto de New Jersey y fui finalista, clasificándome como maestro nacional.

–¿Cómo le ayudan a mantener la memoria en forma?

–Lo explicaré con detalle en la conferencia que tenemos. Estoy absolutamente convencido de que la actividad mental, bien sea con el ajedrez o el bridge, es por lo menos tan inestimable como la gimnasia física para la buena salud. Es increíble el efecto que tiene el ajedrez sobre envejecer evitando la demencia y sobre la salud en general. No tengo ninguna prueba de ello, pero estoy convencido.

–¿Qué importancia ha tenido en su vida?

–El juego de ajedrez, aparte de la gimnasia mental, es maravilloso porque ayuda en la vida general a pensar, razonar, planear. En mi vida de negocios, donde siempre he tenido éxitos gracias a Dios, el saber razonar las jugadas y cómo planear de cara al futuro, han sido elementos muy valiosos.

–¿Le ayudaron a adaptarse en Estados Unidos y Cuba?

–Sí. Aunque el ajedrez es un juego normalmente entre dos personas, me especialicé mucho en campeonatos por equipos. Jugando de esta forma fui campeón de Madrid en 1947, en La Habana en 1952 y en New Jersey en los años 70. Jugando por equipos se añade otra dimensión social al juego y se hacen amistades de por vida.

–¿Sigue practicando tanto como antes?

–A mis 95 años y viviendo ya en un hotel para gente retirada, aunque todavía independiente, creé un club de ajedrez y sigo dando conferencias y clases en New Jersey. Sigo activo, pero no como jugador porque a mi edad ya no se puede competir con los jóvenes.

–¿En qué hará hincapié durante el coloquio?

–Principalmente hablaré del valor de la gimnasia mental que suponen el ajedrez o el bridge, porque también tiene mucho de pensar, planear y ejercitar la memoria. Así como cualquier otra actividad mental, ya sea escribir libros o recordar y contarle a mis nietos las historias de mi juventud, son cosas muy valiosas que todo el mundo puede hacer y que sin duda ayudan a evitar la demencia o los problemas de memoria. Me gusta poder usar la experiencia de mi vida como ejemplo de lo que se puede hacer.

–También ha practicado bridge.

–Sí, también soy «silver life master» en bridge en Estados Unidos. He escrito artículos sobre ambos juegos. He dado muchas conferencias y he sido profesor voluntario de varios institutos. En total, son 80 años de ajedrez y 70 años de bridge. Ahora, unos cuantos de escritor en varias revistas, a ver cuántos me quedan de seguir escribiendo. A mis 95 años acabo de publicar el libro «Sweet Memories: Family, Friends, Chess and Sugar».

–¿Podría decantarse entre uno de ellos?

–Los quiero muchísimo a los dos. Si pudiera seguir en el ajedrez sería mi primera preferencia, pero el bridge también es un juego maravilloso.

–¿Qué significado tiene volver a Gijón

–Es muy emocionante volver al Gijón de mi alma, que es la ciudad que me vio crecer. Siempre me he sentido gijonés, madrileño, de La Habana y Nueva York. Son las cuatro ciudades de mi vida.

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