Las críticas más feroces contra los restaurantes de Gijón: “El pan estaba mordisqueado, la merluza sabía a detergente"

La mayoría de negocios hosteleros de la ciudad cuentan con una valoración muy positiva de los turistas, pero algunos coleccionan reproches

Un restaurante, en una imagen de archivo.

Un restaurante, en una imagen de archivo. / DANNY CAMINAL

V. P.

La gastronomía es uno de los puntos fuertes de Gijón que cada año atrae a miles de turistas para disfrutar de la amplia y variada oferta de restaurantes, bares y sidrerías. En los principales portales específicos son muchos los negocios hosteleros que cuentan con las mejores puntuaciones tanto a la calidad de la comida como al trato recibido por los trabajadores de los negocios. Pero son muchos los establecimientos que no cuentan con esa suerte y hay críticas demoledoras.

“El pan estaba mordisqueado, la merluza sabía a detergente y estaba dura. Dejamos la comida intacta”. Esta es una de las muchas críticas que aparecen en los portales digitales que los turistas consultan cuando están de visita en una ciudad. En Gijón aparecen alrededor de los 800 negocios hosteleros, aunque muchos ya no existen o han cambiado de dueños o de nombre en los últimos años. La inmensa mayoría deja satisfechos a los visitantes, pero hay algunos, repartidos por la ciudad, que recopilan críticas en cuanto a lo gastronómico, a la limpieza y al servicio. “Comida basura. No se la daría ni a un perro. A ese sitio tiene que ir Chicote”, compartía otro usuario.

Las críticas son de todo tipo. Hay quienes detallan más y quienes son más genéricos en sus apreciaciones. Por ejemplo, quienes señalan directamente platos de la carta: “El servicio pésimo, la comida malísima, los chipirones llenos de tierra”, “La merluza a la romana, estaba incomible, como si hubiera sido rebozada sin descongelar”,  “Las patatas estaban pasadas y aceitosas y las salsas horribles. Las croquetas directamente no sabías ni de que sabor eran, con un olor fortísimo a fritanga”; “Paella penosa, fría, con cáscaras por todos lados, arena, los mejillones…” o “volvieron con un plato con salsa que no era al cabrales, pero de este queso para fundir pasado al micro ondas y con trozos aún duros”.

También hay quien se fija en los tiempos y el precio. “Nos cobraron 12,50 euros por una tostada con tomate y jamón serrano (el jamón serrano no era nada bueno)”, señalaba un usuario. “Dos solomillos crudos, previamente avisados y una lubina a la leña… ¡Cruda! Y entre plato y plato por reloj 55 minutos”, compartía otro. “Grasa, fritanga, mal sabor, mala atención... no volveremos más veces”, advertía otro cliente. Otros ejemplos: “Difícil cocinar peor. incluso cutre el postre, una manzana del tamaño de una mandarina, por vergüenza no serviría eso” y “Género ultracongelados, precios altos, malísimo. Mucho mejor comer en un quiosco”.