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Isabel Menéndez Benavente

Tormenta de ideas

Isabel Menéndez Benavente

No es una invasión, es una tragedia

La interpretación política de la crisis de Ceuta

Ver para creer. No estoy sufriendo una alucinación cuando veo a dos políticos que están en las antípodas del espectro político, referirse a lo que se ha vivido en Ceuta como una invasión, con todas las letras. Y son ni más ni menos que el dirigente de Vox, Santiago Abascal, y el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska. Ambos se refieren a lo que ha pasado en Ceuta como un ataque a las fronteras, una provocación. Será que vemos cosas distintas. Es evidente que todo esto ha sido una maniobra política de Marruecos por una pataleta que, por otra parte, estaba justificada. Que han abierto las puertas y dejado el paso libre es un hecho. Pero decir que es una invasión, que han pasado los que están en edad militar, me parece que es una barbaridad. Ni están tomando España ni tenemos que defendernos de nada.

No es más que la respuesta a un incidente diplomático, porque la verdadera razón está en la esperanza de todos aquellos que se han lanzado al mar. ¿De verdad alguien puede creerse que aquellos jóvenes, las mujeres y los niños, querían invadir nuestra tierra? ¿Que son los que restituirán Al Andalus? Está claro que, engañados o no, todas esas personas venían en busca de un futuro mejor, huyendo de la miseria, con el convencimiento de una vida en la que subsistir no sea la prioridad, engañados por la opulencia del mundo civilizado. De esto a pensar que es un ataque bélico va un mundo. Es una tragedia, aunque se salten fronteras y nuestros dirigentes se sientan ofendidos. Se me parte el alma viendo la imagen de un bebé, casi como mi nieta, en brazos del guardia civil, que como sus compañeros, se han pasado los días rescatando a quienes veían en el mar su salvación, sin darse cuenta que estaban arriesgando su vida. Madres llevando a sus hijos a la espalda, niños y adolescentes tratando de alcanzar a nado la orilla de la salvación, cientos de menores que no van a encontrar en la tierra prometida su sitio, porque serán confinados en centros cuya tutela tiene fecha de caducidad.

No saben que pueden acabar durmiendo en la calle, que posiblemente no tengan trabajo, que la vida no será mucho mejor que la que acaban de abandonar. Niños que han sido utilizados como arma arrojadiza en la pelea estúpida de dos gobiernos, niños que ahora deambulan por las calles de Ceuta, asustados y desamparados, con una mezcla de miedo y esperanza, empujados por un gobierno que les ha lanzado al mar. Están allí, solos, desamparados. Mientras unos y otros se echan la culpa, ellos solo quieren vivir. Solo quieren una vida mejor. Una vida que han arriesgado por culpa de la política deshumanizada de unos y otros. No, no es una invasión, es una tragedia.

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