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Alejandro Ortea

Varadero de Fomento

Alejandro Ortea

Un falso dilema

Los mandamases locales no saben cómo salir del entuerto de la inspección de vehículos

Parece mentira que el gobierno municipal se haya metido a chapotear en el fangal de la futura estación de la ITV en Granda y se dedique a propinarse unos zarpazos con el Gobierno del Principado. A diferencia de otras regiones, el servicio de la ITV está concedido en Asturias a una empresa pública, en lugar de a una privada. De ahí que las miradas se dirijan al accionista de la empresa, el Principado, y el Ayuntamiento haya montado su contencioso con este para congraciarse con los vecinos. Existe el problema del Plan General, que a los terrenos de marras los tiene calificados como de uso industrial y, por tanto, no existe óbice para colocar ahí la instalación que proporcione un segundo lugar en el concejo para la inspección de vehículos. Pues sea.

Pero a algunos les disgusta, y los de la oposición a los mandamases locales lo aprovechan como un asunto más para contender con la gentil dama de Carbayonia y compañeros de mando, pidiéndoles nada más y nada menos que prevariquen impidiendo la licencia; pero, por más vueltas que se le ha dado al asunto, no hay impedimento urbanístico o ambiental para la denegación de la licencia. En su desesperación por salir del barro, le fue ofrecida una permuta a la sociedad pública en alguno de los nuevos polígonos industriales, mas la diferencia de precios en desfavor de la empresa ha hecho imposible la operación.

Estamos justo a mitad de mandato, si los gestores municipales no se hubieran metido en camisa de once varas, ya tendrían despejada la licencia y para cuando las elecciones estaría olvidada toda polémica, pero su cortoplacismo les impide mirar más allá de quince días. Pues ahora que se fastidien y aguanten el chaparrón.

Hay algunas zonas del municipio que parecen intocables. Si esto mismo se hubiera dado, por ejemplo, en Serín, nadie hubiera levantado la voz. Sigue habiendo clases en esta villa marinera, aunque las formas en que se producen son un poco más sutiles que antaño, pero nada es intocable, lamentablemente, y el crecimiento exige ciertos sacrificios que unos ciudadanos aceptan de mejor o peor grado y otros que en cuanto les rozan la piel montan un jaleo de aquí te espero.

El poder tiene que encabezar la iniciativa y, en ocasiones, saber cómo se navega eso de llevar la contraria a un grupo de ciudadanos. No se puede gobernar sin desgaste, de lo contrario no existiría la alternancia. Pero este socialismo gijonés, al no tener nada entre las manos que ofrecer, tan solo ha de conformarse con no molestar a nadie. Muy triste.

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