Es tranquilizador que la Alcaldesa haya anunciado de viva voz que su equipo tiene la intención de presentar un borrador de presupuestos, aunque cuadrar los números con los mismos ingresos de 2022 y un gasto galopante sea misión complicada y las posibilidades de que haya un pacto político tras naufragar las ordenanzas fiscales y a seis meses de las urnas tiendan a cero. Pero que se ponga sobre la mesa un documento no debería ser planteado como una opción sino como una obligación para cualquier gobierno, como se dijo hasta la saciedad hace dos años, cuando ni siquiera vio la luz un boceto (entonces se explicó que el desembolso generado por la pandemia lo hacía imposible). Los gijoneses se merecen que sus representantes dediquen el tiempo a debatir sobre sus prioridades y confronten propuestas. Para eso están.
