El Papa denunció hoy en Edimburgo el "secularismo agresivo" que "no aprecia o siquiera tolera" los valores tradicionales y pidió a los británicos que mantengan sus raíces cristianas.

El Papa hizo estas manifestaciones en el discurso que pronunció ante la reina Isabel II, jefa de la Iglesia anglicana, y las autoridades británicas, que le dieron la bienvenida en el palacio de Holyroodhouse, de Edimburgo, primera etapa de su visita de cuatro días al Reino Unido.

Benedicto XVI dijo que cuando "se excluye a Dios de la vida pública se llega a una visión sesgada del hombre y de la sociedad", y reiteró su condena del nazismo, del que afirmó que fue la "negación" de la humanidad.

Tras reunirse a solas con Isabel II y regalarle un facsímil del Evangeliario de Lorsch, del siglo IX, ambos salieron al parque del palacio real, donde ante 400 representantes de la cultura, la política y de la Iglesia anglicana y católica, el pontífice pronunció el primero de los 16 discursos previstos en este viaje, el 17 que realiza por el mundo.

Benedicto XVI subrayó las profundas raíces cristianas que aún siguen presentes -dijo- en la sociedad británica y tras hacer un recorrido por la historia de este país afirmó que el Reino Unido se esfuerza por ser una sociedad moderna y multicultural.

"Que en esta exigente empresa mantenga siempre su respeto por esos valores tradicionales y expresiones culturales que formas más agresivas de secularismo ya no aprecian o siquiera toleran. Que esto no debilite la raíz cristiana que sustenta sus libertades", manifestó.

El Papa se refirió también la situación en Irlanda del Norte y tras recordar el Acuerdo de paz del Viernes Santo animó a todas las partes "a seguir recorriendo juntos con valentía el camino trazado hacia una paz justa y duradera".

Benedicto XVI aseguró que el pueblo británico es un forjador de ideas que influyen también fuera de las isla y que ello le obliga a actuar con sabiduría en aras del bien común, y que los medios de comunicación de este país también tienen una responsabilidad "más grande" que la mayoría y una mayor oportunidad para promover la paz de las naciones.

Contra la tiranía nazi

El Papa rememoró la agresión nazi contra Gran Bretaña y resaltó como el pueblo británico se enfrentó "a la tiranía nazi que deseaba erradicar a Dios de la sociedad y negaba a muchos, especialmente a los judíos, a quienes no consideraba dignos de vivir".

"Al reflexionar sobre las enseñanzas aleccionadoras del extremismo ateo del siglo XX, jamás olvidemos como la exclusión de Dios, la religión y la virtud pública conduce finalmente a una visión sesgada del hombre y de la sociedad y por lo tanto a una visión restringida del ser humano y su destino", manifestó.

La reina Isabel II resaltó la necesidad de una mayor confianza recíproca entre las religiones, y dijo que la libertad religiosa está en la base de la sociedad democrática.

La soberana, jefa de una Iglesia que cuenta en todo el mundo con 77 millones de fieles, destacó la labor de la Iglesia católica en los sectores de la educación y social.

Concluido el encuentro, la reina y su marido, el duque de Edimburgo, acompañaron al Papa hasta la puerta del palacio, mientras rendían honores la guardia de Holyroodhouse y el Regimiento Real de Escocia.

Hoy se celebró en Edimburgo la festividad de San Niniano, primer evangelizador de Escocia, que se festeja con una parada por el centro de la ciudad.

Camino del palacio arzobispal, Benedicto XVI en el "papamóvil" atravesó las calles del centro, acompañado por el sonido de miles de gaitas y tambores.

Miles de personas, muchas de ellas niños de colegios, acogieron al Papa con aplausos y ondeando banderitas.

Benedicto XVI, al igual que las autoridades religiosas y civiles, lució sobre los hombros un tartán (tejido típico escocés) diseñado con motivo del viaje papal con los colores azul, blanco, verde, rojo y amarillo, inspirado en la historia católico romana y escocesa.

A primeras horas de la noche, el Papa se trasladará a Londres, tercera etapa de su vista oficial, la primera de un Pontífice romano desde 1534, cuando el rey Enrique VIII rompió con Roma al no lograr del papa Clemente VII la anulación de su matrimonio con Catalina de Aragón y creó la Iglesia de Inglaterra, de la que se proclamó jefe.

Juan Pablo II también visitó la isla en 1982, pero se trató de una visita pastoral.