Catedrático alemán de Seguridad en Plantas Químicas

Oviedo, Javier NEIRA

Ulrich Hauptmanns es catedrático de Seguridad en Plantas Química de la Universidad alemana de Magdeburgo y especialista en energía nuclear. Economista, ingeniero y físico, estuvo varios años en la Universidad asturiana, hace más de tres décadas, y en 2009 fue recibido en su claustro como doctor honoris causa. Esta semana imparte un curso en la Facultad de Química, así que en plena zozobra sobre la suerte de varios reactores nucleares de Japón, como consecuencia del terrible terremoto del pasado viernes, era obligado conocer su experta opinión.

-¿Qué está ocurriendo?

-El accidente es grave pero causado por un terremoto excepcional. Los diseños de las plantas nucleares tienen en cuenta los terremotos, pero quizá no tan fuertes como éste. De todos modos, todas las centrales japonesas y también la de Fukushima se han apagado.

-¿Entonces?

-A diferencia de otras instalaciones industriales, los reactores nucleares aun apagados siguen produciendo calor por las sustancias radiactivas del núcleo. Ese calor debe eliminarse. El proceso puede durar varios días e incluso semanas. Depende. Al apagar el reactor, el calor es del 7 por ciento y hablamos de 200 megavatios. En pocos días se reduce según una curva que, por cierto, planteé aquí, en Oviedo, durante mis clases hace treinta años. En diez días el calor baja al 0,2 por ciento. Si se superan las primeras jornadas, creo que no habrá escapes importantes.

-¿Cuál es el momento crítico?

-Cualquier momento es crítico porque, aunque el porcentaje sea pequeño, si no se refrigera el reactor puede producirse una fusión del núcleo. Ocurrió en Harrisburg pero no hubo escapes radiactivos. En Japón, aunque se fusione el núcleo del reactor, no habrá tampoco escapes radiactivos.

-Los términos son equívocos, cuando se habla de fusión del núcleo del reactor no tiene nada que ver con la fusión nuclear, es más bien como si se fundiese un bloque de hierro o un cubo de hielo.

-Claro, es otra cosa. Lo que puede ocurrir es que la geometría del núcleo del reactor se derrumbe y todo se convierte en una masa. Una masa que puede penetrar la vasija de presión que contiene el núcleo. El material radiactivo entraría entonces en contacto con el agua que hay en el fondo, como contención de seguridad. En ese caso podría ocurrir una explosión de vapor que no suele ser de gran potencia. De todos modos, es de esperar que se mantenga intacta la contención de seguridad.

-¿El material radiactivo del reactor, al venirse todo abajo, puede concentrarse, alcanzar la masa crítica y convertirse en una bomba atómica?

-Ya no. No es previsible. El agua en donde se encuentra contiene boro que hace desaparecer los neutrones. Los estudios teóricos demuestran, además, que así no se puede alcanzar la masa crítica. En tal caso se separaría el uranio instantáneamente por la propia energía que produce, habría pequeños pedazos dispersados en el agua. No caería un bloque al agua, sino gotitas.

-El reactor es antiguo, ¿aumenta por eso el riesgo?

-Es de 1971, creo. No es demasiado antiguo. Son los que se estilan. Llevan mucho tiempo funcionando en muchos sitios. El modelo de la General Electric sigue la línea del agua en ebullición y el de Westinghouse, el del agua a presión. Sus homólogos en Alemania son AEG, que ya no existe como empresa, en ebullición, y la Siemens, a presión.

-¿Debemos seguir en vilo o ya podemos relajarnos?

-Cualquier declaración que se haga es siempre aleatoria. Sólo cabe hablar de probabilidades. Hay muchas opciones desde un acontecimiento nulo, que no ocurra nada, o que se produzca un escape mayor que no se puede descartar del todo. Por el momento parece que no hay un peligro excesivo. Y cada día, en la medida que se extraiga el calor, el problema va a menos.

-Las evacuaciones han sido masivas.

-Son medidas de precaución. Hay que hacer todo lo posible. Si hay un escape grande nadie podrá decir después que no se tomaron todas las medidas necesarias. Se discute sobre un factor contaminante de orden mil. Pero ¿mil sobre qué base? La base son los escapes autorizados que son permanentes y no suponen ningún problema para la salud. Mil veces ese factor es algo en todo caso momentáneo. No una exposición mil veces al valor normal que, encima, es menor del autorizado. La gente, además, no está allí. Ni siquiera está expuesta. Si a mí me dan mil veces la milésima parte de un céntimo, tengo un céntimo y eso no es nada. Si me dan mil veces mi sueldo, no protesto. Es así.

-¿Cabe comparar Fukushima con Chernobil?

-No cabe hacer ninguna comparación, el reactor de Chernobil estaba en funcionamiento y los de Japón, apagados. El de Chernobil tenía características no válidas en Occidente.

-¿Ha sido peor el tsunami que el terremoto también para los reactores?

-Por lo visto el terremoto no destrozó nada, pero cortó el suministro de electricidad. El tsunami inundó los generadores diésel de emergencia, la segunda línea de defensa cuando se marcha la luz. Trajeron nuevos generadores y por alguna razón que no tengo clara también acabaron fallando. Y después se inundó adrede la contención de seguridad con agua del mar para eliminar el calor, lo que implica que se abandonaba la central. Es el fin.

-¿Se reabre el debate nuclear.

-Ya se ha reabierto. Hay ya reacciones en Alemania, aunque esos terremotos no son posibles en Europa.