El próximo miércoles se cumple un mes de la desaparición en Siria de los periodistas españoles José Manuel López, Antonio Pampliega y Ángel Sastre cuando se encontraban en la ciudad de Alepo (norte del país), una zona controlada por el Frente Al Nusra, la franquicia local de Al Qaeda, pero donde confluyen otros grupos como el Estado Islámico.

El hermetismo es absoluto en torno a las gestiones del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), activadas nada más conocerse la desaparición de los reporteros entre los días 11 y 12 del mes pasado, aunque la noticia saltó más tarde a los medios, concretamente el 21 de julio.

Desde entonces nada se sabe de su paradero, sólo que se les vio por última vez en una furgoneta blanca junto a su traductor sirio en la parte vieja de Alepo, donde fueron interceptados por hombres armados vestidos con ropas afganas. López, Pampliega y Sastre habían cruzado la frontera desde Turquía dos días antes de su desaparición.

La misión de traerlos a casa corre a cargo del mismo grupo de negociadores del CNI que gestionó con éxito la liberación en 2009 del atunero "Alakrana" en Somalia y en 2014 la de los periodistas Javier Espinosa y Ricardo García Vilanoba, tras pasar más de seis meses en poder del Estado Islámico en Siria.

Las familias de Pampliega, Sastre y López (que se formó en la Escuela de Arte de Oviedo) pidieron en el primer momento "paciencia, respeto y la mayor discreción posible, tan necesaria en momentos como éstos", y desde entonces no han hecho ninguna declaración.

Ahora como en casos anteriores, para resolver la situación, el Gobierno también apeló a la máxima discreción y silencio, como el que se mantuvo en torno a Espinosa y Vilanoba. Secuestrados el 16 de septiembre de 2013, la noticia no trascendió hasta casi tres meses después, el 10 de diciembre. En Siria también padeció medio año de secuestro el corresponsal de guerra Marc Marginedas, hasta que a primeros de marzo de 2014 fue liberado unos días antes que sus compañeros.