El nuevo Congreso de EE UU abrió ayer su primer periodo de sesiones, tras las elecciones del pasado noviembre, con el primer choque entre el presidente electo, Donald Trump, y sus correligionarios del Partido Republicano, que dominan las dos cámaras. La causa ha sido una propuesta de algunos legisladores republicanos para debilitar a la Oficina de Ética del Congreso (OCE), que desde su creación en 2008, a raíz de varios escándalos de corrupción, investiga las actividades de los legisladores y su personal.

El enfrentamiento se fraguó el lunes, víspera de la inauguración de la sesión, cuando un grupo de legisladores republicanos decidió, en una reunión a puerta cerrada, aprobar una iniciativa destinada a restar poder a la OCE, una entidad independiente a la que pretendían poner bajo el control del desprestigiado comité de Ética de la Cámara de Representantes.

La iniciativa fue condenada de inmediato por Trump, en uno de sus habituales tuits. El presidente electo criticó que, "con todo en lo que el Congreso tiene que trabajar", los representantes establezcan como prioridad "debilitar" la OCE, a pesar de "lo injusta que pueda ser". "¡Céntrense en la reforma tributaria, la asistencia sanitaria y tantas otras cosas de una importancia mucho mayor!", urgió Trump a los republicanos.

Apenas dos horas después, los líderes del partido, con el presidente de la Cámara, Paul Ryan, a la cabeza, frenaron la iniciativa en una reunión de urgencia en la que consiguieron que la propuesta fuese retirada del paquete de medidas que ayer mismo debían someterse a la votación de los legisladores. "Quiero dejar muy claro que la Cámara baja exigirá a sus miembros cumplir con los más altos estándares éticos y que la Oficina de Ética del Congreso continuará operando independientemente para asegurar la rendición de cuentas del Congreso", declaró Ryan, reelegido como presidente de la Cámara baja.

También en el frente de la política exterior, Trump tuvo una jornada de alta actividad, esta vez en dirección a Corea del Norte. El próximo inquilino de la Casa Blanca respondió a las amenazas de Corea del Norte y aseguró que Pyongyang no desarrollará un arma nuclear que pueda poner en peligro la seguridad de EE UU.

Trump reaccionó así al discurso de Año Nuevo del líder norcoreano, Kim Jong-un, quien anunció que Corea del Norte ultima los preparativos para lanzar un misil balístico intercontinental, lo que subraya una vez más la apuesta de Corea del Norte por su programa nuclear y de misiles.

"Corea del Norte acaba de afirmar que está en la etapa final para desarrollar un arma nuclear capaz de alcanzar zonas de Estados Unidos. ¡Eso no va a ocurrir!", aseguró el magnate. Minutos más tarde, Trump arremetió en otro mensaje contra China por su apoyo a Corea del Norte, así como por su política comercial y monetaria, una de sus bestias negras. El magnate denunció que la devaluación del yuan es "devastadora" para EE UU. "China ha estado cogiendo enormes cantidades de dinero y riqueza de Estados Unidos pero no ayudará con Corea del Norte. ¡Qué bonito!", reprochó.