La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El cazador que llegó con las cosechas

Una investigación revela que la garduña apareció en la península Ibérica de la mano de las sociedades neolíticas y, aprovechando sus transformaciones del medio, sustituyó a la marta en muchos lugares

El cazador que llegó con las cosechas

La garduña, un pequeño carnívoro común en Asturias y conocido popularmente como fuína, es un habitante relativamente nuevo de la península Ibérica, a la que llegó en el Neolítico. Así lo indica un reciente estudio sobre esta especie y su "prima" la marta, el cual constata, asimismo, que la "invasora" garduña ha venido a sustituir a la marta en gran parte de su antigua área de distribución.

La presencia de la marta está documentada en la península Ibérica desde mediados del Pleistoceno, cuando, en apariencia, ocupaba todo el territorio. Actualmente se restringe a la franja norte, de clima atlántico y caracterizada por sus fondosos bosques caducifolios. La garduña no aparece en escena hasta el Holoceno, procedente de Oriente Próximo, única región en la que se han encontrado restos de esta especie datados en el Pleistoceno. Su expansión hacia Europa está vinculada a la propia extensión de las sociedades neolíticas, aunque no está claro si llegó "invitada", como animal semidoméstico, o si fue un "polizón", como sostiene la hipótesis más probable. El Neolítico, que en la península Ibérica comenzó entre los años 6000 y 3000 antes de Cristo, se caracteriza por el surgimiento de la agricultura y la ganadería, que crearon paisajes abiertos, que la marta rehúye y, en cambio, favorecen a la garduña (presente en las estepas asiáticas). Al mismo tiempo que tenía lugar esa transformación del medio, un cambio climático, la llamada transición boreo-atlántica, provocó un retroceso del hábitat forestal, igualmente negativo para la marta. Tal conjunción de circunstancias habría propiciado la entrada triunfal de la garduña en la península y habría dado lugar a un repliegue paralelo de la marta hacia el norte ibérico, donde persistieron los grandes bosques. Aunque ambos mustélidos seleccionan medios arbolados, la garduña depende menos de los bosques naturales y, por otra parte, actúa como comensal del hombre: se aprovecha de sus acciones sobre el medio y entra en pueblos y ciudades. La marta aparece en las poblaciones rurales, pero de forma más coyuntural.

A juicio de Carlos Nores, profesor del departamento de Biología de Organismos y Sistemas de la Universidad de Oviedo, y uno de los autores del estudio, la actividad nocturna de la garduña (la marta es preferentemente diurna) respalda la idea de que esta especie "no fue introducida a propósito, como un animal semidoméstico, sino que acompañó a los seres humanos de extranjis, sin que estos se diesen cuenta". Por otra parte, esa disparidad de hábitos facilita la coexistencia entre ambos mustélidos y reduce la competencia entre ellos. De hecho, el equilibrio de fuerzas entre la garduña y la marta no es una cuestión de rivalidad; el sesgo en su abundancia y su distribución obedece a una selección de hábitat y de altitud. El caso de Asturias es muy ilustrativo a este respecto. Nores lo explica a partir de las 418 citas recogidas en la comunidad (144 de garduña y 253 de marta). "En Asturias, ambas especies son capaces de vivir en una vecindad muy inmediata, lo que parece sugerir una falta de competencia o, al menos, una diversificación ecológica". Aunque las dos especies pueden encontrarse desde el nivel del mar hasta las montañas, "si comparamos su abundancia por rangos de altitud vemos que la garduña tiende a ser más abundante por debajo de 200 metros, mientras que la abundancia entre ambas está equilibrada entre 200 y 400 metros, y la marta empieza a ser gradualmente más abundante que la garduña a partir de los 400 metros. Si bien en el rango de los 400-800 metros las diferencias no son significativas, a partir de los 800 la marta domina claramente sobre la otra especie", concluye Nores. La información disponible permite afirmar, asimismo, que "hasta la década de 1990-2000 las dos especies eran igual de abundantes, pero a partir de entonces, probablemente gracias al aumento de la superficie boscosa (un 22,5 por ciento entre los períodos 1986-1996 y 1997-2007), la marta ha empezado a abundar más que la garduña".

Compartir el artículo

stats