A veces, el cabo primero David Fernández no sabe decir si lleva nueve o diez misiones. Tiene que pararse a pensar para dar la cifra exacta: nueve. La primera fue la que más le impactó, en la peligrosa Bosnia de 1995. "Ver una ciudad del tamaño de Oviedo totalmente destruida impacta bastante. Ver que no funcionan los semáforos, que no funcionan las farolas, que no funciona nada, impresiona bastante", asegura este veterano, que se niega a dar la imagen de un "Superman".
Se sintió más realizado como profesional en las misiones de Afganistán, en 2005 y 2010. En el puesto avanzado de combate de Ludina y en la ruta Lithium, fue donde vio "los tiros cerca". Dice haber enfrentado la situación. "Yo sé llevar bien esa situación. No voy a decir que te preste, pero a veces apetece que pase algo, aunque uno no va buscando jaleo", señala.
La impresión que se llevó de Afganistán no fue especialmente buena. "No hacen mucho por mejorar. Ves chamizos de barro, como en la época de Curro Jiménez, sacan el agua de la misma acequia de la que beben los animales, hacen sus necesidades en la misma acequia. Yo les he visto limpiarse con piedras después de hacer aguas mayores...", relata con un punto de desazón. Aunque eso no le impide decir que volvería.