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Principio y fin

En 1999 Emiliano Aguirre y Antonio Rosas confirmaron que las mandíbulas y otros restos óseos de la cueva de El Sidrón se podían asignar a la especie neandertal. Al año siguiente se inició en la cueva una excavación sistemática que duró 15 años y que culminó con la extracción de 2.400 fósiles. El yacimiento ya no guarda más restos, pero los estudios continúan.

1999

El paleoantropólogo Antonio Rosas tuvo ese año su primer contacto con los fósiles asturianos. No hubo duda de su pertenencia a la especie extinguida, pese a que con anterioridad otros expertos los atribuían al sapiens.

2000

Fueron los primeros pasos de los trabajos de campo, que compaginaron las excavaciones en el interior de la cueva con los sondeos en el exterior en busca del lugar de habitación del grupo,

que nunca sería localizado.

2002

La localización de un pie en conexión anatómica hizo ese verano las delicias de los arqueólogos. Era una pieza espléndida que traía adherida por costra calcárea otros restos óseos, sobre todo costillas y huesos pequeños.

2006

El Museo de Ciencias Naturales de Madrid es el centro de investigación que trata de reconstruir, a partir de los fósiles encontrados, el esqueleto de los trece individuos de El Sidrón. La información de las mandíbulas y piezas dentales ha sido crucial para lograrlo.

Últimos años

El protocolo de excavación limpia impuesto en la cueva asturiana para evitar la contaminación externa de los fósiles fue una revolución en el mundo de la arqueología. El uso de los buzos aislantes fue definitivo para precisar cronologías y en los estudios de ADN.

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