La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Teverga, la luz más antigua

Pelayo Rodríguez Moreno, guía en el Parque de la Prehistoria, ilumina la réplica de las pinturas de Tito Bustillo con una lámpara de tuétano. miki lópez

El arte rupestre que hay en la pared es casi nuevo. Es la réplica exacta del panel principal de la cueva riosellana de Tito Bustillo, entre 17.000 y 12.000 años de antigüedad. Pero la luz que ahora ilumina estos caballos y estos renos es aquella luz ancestral, exactamente la misma que se utilizó para pintar los originales de unas figuras que, bajo el efecto de esta llama indecisa, ahora parecen estar moviéndose sobre la pared al ritmo de un parpadeo misterioso. En el Parque de la Prehistoria de Teverga uno de los talleres que más aceptación están teniendo entre los visitantes es el de confección de los útiles de iluminación como los que usaron los hombres prehistóricos: las lámparas de tuétano, candiles de piedra con mechas de fibra vegetal, alimentadas con la médula de los huesos animales, fundamentalmente de bóvidos. Los fabrican ante los visitantes y luego, alumbrados por esas lamparillas, recorren las reproducciones. Cuando la luz eléctrica se apaga para la demostración, vuelve la noche cavernaria de los tiempos; queda únicamente una lucecita alimentada con tuétano y el ojo viaja sorprendido miles de años hacia atrás.

Las lámparas de tuétano producen una luz vacilante, esférica. Su parpadeo interactúa con la piedra, con sus grietas y volúmenes. También con los trazos y manchas, de tal manera que todo parece adquirir un leve movimiento. Si hay interpretaciones del arte rupestre orientadas a su sentido sagrado, esta luz las hace aflorar como ninguna. Es el temblor del misterio. Los guías del parque dicen que los visitantes suelen quedarse embobados mirando estas lamparillas que cambian su punto de vista sobre el arte parietal, poniéndolo en movimiento. Vemos el mundo porque la luz se refleja en él. Y si cambia la luz, el mundo cambia.

Prestaciones líricas aparte, las lámparas de tuétano son una tecnología muy testada y que sólo reportaba ventajas a los primeros pintores. En primer lugar, no producía humo como las antorchas. El lienzo pétreo, por tanto, no se manchaba. Además, eran fácilmente transportables, muy manejables y difíciles de apagar. De hecho, al final de la visita, los guías del Parque de la Prehistoria piden a los niños del grupo de visitantes que se agachen para darle un buen soplido a la lámpara de tuétano. Soplan y soplan y sólo después de mucho esfuerzo consiguen apagarla. La médula ósea es un combustible muy fiable y duradero. Se calcula que con el fémur de un uro -el antepasado de las actuales especies de vacuno- podrían disponer de veintitrés horas de iluminación.

Esta luz parpadea, pero también habla. Se la escucha. Es el crepitar de las chispas que salen del tuétano. Suena esta luz y también huele. El guía, Pelayo Rodríguez Moreno, ha pedido a los visitantes que acerquen su nariz al candil prehistórico. "Barbacoa, churrasco, ¿verdad?". Sí, la luz procedente del pasado huele a carne y despierta el apetito. Ya en los primeros tiempos había artistas que se morían de hambre.

Contemplar las pinturas rupestres, aunque sean las reproducciones de Teverga, bajo la incierta luz de estas lámparas nos hace recuperar también la experiencia de la oscuridad, casi desaparecida en el mundo actual. En un mundo resplandeciente a fuerza de luz eléctrica casi nadie se encuentra ya cara a cara con la tiniebla. Esta luz no invade toda la caverna. Para iluminar una estancia como la que acoge en Teverga las réplicas de Tito Bustillo (unos quince metros por cuatro de ancho) con el nivel de luminosidad de una oficina de hoy en día harían falta 150 lámparas de tuétano.

La luz que hoy nos parece tan limitada como mágica en una visita turística -claramente insuficiente para las demandas actuales- fue la tecnología usada por el ser humano en un periodo comprendido entre los 40.000 y 11.000 años. Hay una íntima relación entre el arte paleolítico y este tipo de iluminación. No sólo se han encontrado lámparas (en España, 15) en numerosas cuevas con pinturas rupestres, también han aparecido huesos que podrían relacionarse con la extracción del tuétano para usarlo como combustible.

Compartir el artículo

stats