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Eduardo Infante | Filósofo y profesor, autor del libro “Filosofía en la calle”

“Preguntémonos si hemos educado a la juventud para asumir deberes ciudadanos”

“Opinar sobre lo que no se sabe y pensar que se conoce está muy próximo a la locura”

Eduardo Infante.

El filósofo Eduardo Infante convirtió la asignatura de Filosofía en Bachillerato en un curso de lecciones socráticas alimentadas por la ironía, el sentido del humor y las referencias al cine. Objetivo: derribar las barreras de sus alumnos en Gijón. Así nació su libro “Filosofía en la calle”. Infante, profesor en el CES San Eutiquio-La Salle, acepta el reto de LA NUEVA ESPAÑA: dar un paseo a ritmo filosófico por el laberinto de la actualidad más rabiosa. Y más rabiada a veces. Por cierto: su perro boxer se llama “Nietzsche”.

–Vayamos a los maestros. ¿Qué consejo nos daría Sócrates para afrontar esta pandemia?

–Nos recordaría que todo mal proviene de la ignorancia y que la felicidad no depende de circunstancias exteriores sino de esforzarse cada día en no ser estúpido, en perseguir la virtud y en ser dueño de uno mismo. Puede que también nos recordase que opinar sobre lo que no se sabe y pensar que se conoce está muy próximo a la locura. Por cierto, Sócrates formó parte del círculo de Pericles, el más leal servidor de la democracia, provisto de una voz potente “como un tronco de caballos”, de una elocuencia desarmante y una inteligencia estratégica que apostó por seguir invirtiendo económicamente en cultura durante la gran epidemia.

–¿Cuál es su hipótesis sobre mister Donald Trump?

–Lo importante no es Trump sino el trumpismo. Derrotar al tirano no significa ni mucho menos derrotar a la tiranía. Es importante que analicemos detenidamente qué es lo que ofrecía Trump a sus seguidores. Por otro lado, debemos recordarnos la importancia de seguir apostando por la democracia. Después de revisar más de 100 constituciones, Aristóteles concluye que toda forma de gobierno tiende a la degeneración y que la democracia es la menos patológica porque es la única opuesta a cederlo de manera vitalicia.

“Los aplausos de las ocho Son un recuerdo de que no deberíamos sustituir la ética de las emociones por la ética del deber”

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–¿Hay mucho maquiavelismo en la gestión que hacen los políticos de la pandemia?

–Maquiavelo describió la política como un juego en el que el único objetivo es alcanzar el poder o conservarlo. Hay noticias, como la candidatura del ministro de Sanidad, que parecen confirmar la hipótesis del filósofo florentino.

–¿Qué diría alguien como Sócrates al respecto?

–Sócrates dijo que le parecía sorprendente que uno que fuera pastor de un rebaño e hiciera a las vacas menores en número y de peor calidad no reconociera que es un mal vaquero; pero todavía le parecía más sorprendente que uno que estuviera al frente de una ciudad e hiciera a los ciudadanos menores en número y de peor calidad no se avergonzara ni considerara que es un mal gobernante.

–Un tipo con cuernos de bisonte se apodera del Capitolio. ¿Cuántas palabras vale esa imagen grotesca y a la vez trágica?

–Lo más terrible de la noticia es que los asaltantes tenían la firme convicción de que se había producido un fraude electoral y de que estaban llevando a cabo un acto de justicia en defensa de la libertad. Este es el peligroso poder del populismo –la idea de que la sociedad está separada en dos grupos enfrentados y uno de ellos representa el verdadero pueblo–, que, desde la Atenas clásica, ha sido el mayor enemigo de la democracia. Polarizar la sociedad en bandos irreconciliables incapacita para el diálogo, que tiene como objetivo la búsqueda del bien común.

–Algunos jugadores del Sporting pillados incumpliendo normas en una fiesta: ¿merecen tarjeta amarilla o rojísima?

–Se me ocurre que como sanción podríamos estamparles en el uniforme la palabra idiota, un término con el que los griegos se referían a aquella persona que no cumple sus deberes ciudadanos, preocupada tan solo de lo suyo e incapaz de ofrecer nada a los demás.

–Youtubers que se van a Andorra para pagar menos impuestos, y tienen millones de seguidores en las redes… ¿Ídolos de barro con pies de oro?

–Aristóteles consideraba que es evidente que el Estado es un hecho natural, que el hombre es un ser naturalmente sociable y que el que vive fuera de la sociedad es, ciertamente, o un ser degradado o un dios. Y, bueno, no creo yo que “El Rubius“ sea un inmortal.

–La hostelería, ahogada, clama contra las restricciones, ¿le asiste la razón? ¿Salud o economía?, menudo dilema.

–Los hosteleros de mi barrio me cuentan la situación tan desgarradora que están viviendo y no puedo menos que empatizar con ellos. Les estamos pidiendo que sacrifiquen sus negocios sin las convenientes ayudas para parar una epidemia que nuestros políticos no están parando. Por otro lado, deberíamos recordarnos que nuestra historia pone de manifiesto que el desarrollo económico, el de las libertades y el científico van de la mano. Sin prosperidad económica es imposible el desarrollo tecno-científico, y sin este es imposible solucionar retos sanitarios como el de esta epidemia.

–Por tanto...

–El dilema economía-salud es un falso dilema, un tipo de falacia en la que se presenta la opción que nos quieren obligar a elegir junto a otra que sería indeseable. Su estructura es: yo o el Apocalipsis. Los falsos dilemas se utilizan a menudo en política para justificar una medida impopular. Algunos gobernantes intentan eludir la responsabilidad de sus decisiones con discursos que se resumen en lo siguiente: “O hacíamos esto, o el caos”. De hecho, este es un tipo concreto de falso dilema que consiste en obligarte a elegir entre dos opciones que no son excluyentes.

“Economía o salud es un falso dilema, se presenta la opción que quieren obligar a elegir junto a otra indeseable”

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–¿El ya presidente Biden debe tomarse las cosas con filosofía o dar un buen meneo al legado trumpista sin esperar?

–Lo que no deberíamos es confiar la política a un líder sino construir instituciones democráticas fuertes e inteligentes que permitan la búsqueda conjunta del bien común. Por las últimas noticias uno puede creer que en lugar de elegir al nuevo presidente de los EE UU hemos elegido al nuevo mesías del universo.

–¿Los aplausos a los sanitarios a las ocho fueron más un desahogo colectivo que un homenaje ejemplar?

–Son un recuerdo de que no deberíamos sustituir la ética de las emociones por la ética del deber. Las cosas hay que hacerlas porque son justas, no porque me enternecen o me conmueven. A veces pienso que, en esta sociedad infantilizada, cuando hablamos de “empatía’” lo que demandamos, en realidad, no es ponernos en el lugar del otro sino que sean los otros quienes se adapten a mis emociones, mis deseos, mis esquemas y mis creencias.

–Aristóteles habló de ello...

–Llamaba amistad cívica a la argamasa que debería unir las sociedades y las hace progresar. La amistad a la que se refiere Aristóteles no es la que nos hace compartir unos vinos, una conversación o una afición, sino la unión de los ciudadanos que persiguen metas comunes. El verdadero gesto de empatía no es aplaudir sino comprometernos, desde nuestra posición en la sociedad, con el bien común.

–Las clases online: ¿podría ser peor el remedio que la enfermedad?

–Jules Ferry, el padre de la escuela republicana francesa, consideraba que entre todos los problemas de nuestro tiempo, al que deberíamos dedicarle toda nuestra inteligencia, alma, corazón, potencia física y moral es al problema de la educación. La desigualdad en la educación es uno de los resultados más escandalosos y más lamentables del hecho de haber nacido en una familia u en otra. Las circunstancias que estamos viviendo están acrecentando esa brecha educativa y hay que ser muy ingenuo para pensar que la pantalla de una tablet lo va a solucionar.

“La candidatura de Illa parece confirmar la hipótesis de Maquiavelo de que la política es un juego para alcanzar el poder o conservarlo”

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–La chavalería que se salta a la torera las normas sanitarias, ¿tiene la disculpa de la juventud?

–La estupidez no es monopolio de los jóvenes. Como ya nos avisó Tomás Moro, la estulticia es la condición más democrática que existe, ya que se reparte igualitariamente entre todos los órdenes. Si hay una diosa a la que parece rendir culto la mayoría del género humano, esta es sin duda la necedad. Ahora bien, lo que deberíamos tener en cuenta es que la juventud es nuestra juventud y preguntarnos por tanto si los hemos educado adecuadamente para asumir sus deberes ciudadanos, identificar el bien común y construir proyectos comunitarios. Si los jóvenes japoneses han sabido comportarse de forma virtuosa durante la pandemia no ha sido porque posean una naturaleza diferente a los nuestros, sino porque han recibido una buena educación. La virtud no es algo que se posee sino una capacidad que se entrena y se ejercita.

–Pongámonos en la peor de las situaciones. ¿Otro confinamiento nos volvería locos?

–Carl Jung, el mejor discípulo de Freud, puso palabras a mi anterior confinamiento: “La soledad es peligrosa. Es adictiva. Una vez que te das cuenta de cuánta paz hay en ella, no quieres lidiar con la gente”. Si me toca volver a vivirlo, siempre me quedarán mis libros y mis vinos.

–Y “Nietzsche”...

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