La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Los rostros de una crisis que azota a todos los sectores

La crisis global golpea a los autónomos asturianos: "Tiramos hasta donde se pueda a costa de nuestro bolsillo"

Los emprendedores y pequeños empresarios sortean los problemas sobre la marcha: ponen dinero de su bolsillo, se autoabastecen por su cuenta y se ocupan del transporte

Mientras Ana Iglesias buscaba esta semana por Avilés un lugar donde comprar de urgencia tinte para su peluquería, Jesús Valdés iba en coche rumbo a Jijona (Alicante) para hacerse con turrón con el que hacer sus helados en Oviedo. A la gijonesa Blanca Fresno, maestra cervecera, no le llegó el producto necesario para refrescar la levadura y su última creación, Dúa, se quedó en los almacenes en Andalucía sin llegar a sus distribuidores. El mismo problema que tiene el avilesino Ricardo Gutiérrez en su puesto de productos asturianos del mercado de La Cebada de Madrid: no le llegan muchos frescos desde el Principado y su stock se agota.

Blanca Fresno y Ricardo Gutiérrez Emprendedores de alimentación
Sus bebidas y alimentos no llegan a tiempo desde Asturias o se quedan en el almacén

Poco tiene que ver lo que hace una peluquera con la labor de una maestra cervecera, o lo de un heladero con el trabajo de unos farmacéuticos. Estos últimos son los ovetenses Silvia García y Eduardo Arnáez, quienes empiezan a echar en falta en su botica frente al Ayuntamiento productos de parafarmacia así como pañales y leche.

La cuestión es que aquí no se libra nadie. El que más y el que menos tiene algún problema derivado de la que se podría llamar la “tormenta perfecta” económica con la que ha empezado este año 2022: pandemia del covid, crisis arrastrada ya desde el año pasado de desabastecimiento y encarecimiento de materias primas, alza de los precios de la energía (gas, luz. combustibles)... Y por si fuera poco Rusia invade Ucrania y estalla una guerra en Europa mientras el sector del transporte –clave donde los haya para mantener la actividad– se paraliza asfixiado por los costes del gasoil.

Ana Iglesias Peluquera
Le subió el iva, la luz, el seguro, los autónomos...: 300 euros más de gastos cada mes

El IVA fue solo el inicio

Ana Iglesias tiene una peluquería en el centro de Avilés, “Alquimia”, antes con una socia y tras la pandemia del covid ella sola porque los ingresos “no daban para las dos”. Afronta unos gastos medios de 2.500 euros al mes fijos. Para hablar del mal momento que atraviesan los de su sector se remonta ya a la subida del IVA, “fue un duro golpe, muchos tuvieron que cerrar”. Ahora 2022 ha empezado de lo más demoledor: “Es muy gorda, todo sube: autónomos, Seguridad Social, luz, productos, seguros, gasolina...”. Iglesias calcula que gasta 300 euros más cada mes, a lo que une ahora lo derivado del paro del transporte, pues no le llegan pedidos y tiene que comprar a diario tintes y otros productos para poder atender a sus clientes. “Más desembolso añadido. Y así hasta que podamos seguir. Tiraremos hasta donde se pueda. A costa de nuestro bolsillo”. ¿Subir precios? “Algo he subido sí, un euro en algunas cosas, pero tampoco puedes cargarlo todo al cliente”.

Miles de euros por excavar

“¿Qué está pasando?”. Es la pregunta, más retórica que otra cosa, que se hace Vicente Fernández, empresario gijonés del sector de las excavaciones. La flota de su empresa, Excade, es de unos 60 vehículos. El consumo mensual de todos, ya sea en gasóleo bonificado tipo B –para los vehículos que no están matriculados, por ejemplo máquinas de obra– o sin bonificar, es de unos 3.500 litros al día: 70.000 litros al mes. El encarecimiento de estas últimas semanas hace que las cuentas sean imposibles. Por cada mes que el gasóleo está “por las nubes” la cuenta de gastos de Excade se incrementa en 28.000 euros. Su cálculo es que, a final de año, la extraordinaria situación que se vive en torno a los combustibles haga que solo en gasóleo la empresa tenga un gasto superior a los 300.000 euros sobre el año anterior. Gastos que “solo en una mínima parte se están repercutiendo en los clientes”.

Jesús Valdés Heladero y turronero
Cruzar media España para conseguir el turrón con el que hacer los helados

A Jijona a por turrón

LA NUEVA ESPAÑA localiza al teléfono a Jesús Valdés regresando de Jijona, en Alicante, donde la marca ovetense Diego Verdú tiene fábrica. Tuvo que ir en su coche a por turrón –nunca les ha pasado en más de un siglo de historia– porque el paro del transporte impidió que le llegase. “Lo necesitamos para hacer helados, me traje unos 300 kilos”, explica ya a primera hora de la mañana en el obrador. “Me dijeron que era difícil enviar, sobre todo a Asturias. Espero que sea suficiente y el paro no se alargue mucho, tenemos para unos 10 días”, señala Valdés. La factura de la luz se les ha duplicado desde enero, “como a todo el mundo, imagino”, y han tenido que afrontar subida de precios del chocolate, “fue bastante elevada”, y otras materias primas. “Pero la gente sigue comiendo helado. Días atrás hizo sol y calor y se vendió bien”, celebra el empresario, quien se obliga a ser optimista. “No queda otra”.

Luis y M.ª José Álvarez Pescaderos
Una odisea diaria para lograr llenar de pescado de calidad los mostradores

La mar de problemas

El despertador del pescadero Luis Álvarez sigue sonando a las cinco y media de la mañana, la misma hora a la que sonaba el de su padre, a quien junto con su hermana María José dio el relevo al frente de la popular pescadería La Perla, que tiene fachada a la ría de Avilés. El madrugón sigue siendo de órdago, pero a diferencia de hace un mes ahora Luis Álvarez se levanta bastante más agobiado: porque se ha multiplicado por dos la factura de la luz que gasta su negocio, por la carestía del combustible que consume su furgoneta, porque la huelga de transporte ha convertido en una odisea diaria conseguir pescado que vender y porque las amas de casa han dejado de comprar “con alegría”. El ánimo de los hermanos Álvarez está casi tan frío como la cámara frigorífica de su pescadería, pero hacen de tripas corazón. “Está todo patas arriba en la cadena de suministros”, explica el pescadero. En el negocio de los Álvarez hace semanas que se apagan luces que antes estaban encendidas por motivos decorativos y se han cambiado de compañía eléctrica con la esperanza de abaratar el recibo. “Tenemos la fortuna de que es un negocio asentado, con buena clientela y que el local es propiedad, porque si no estaríamos en serios problemas”.

Verónica Abad Tendera
Abrir un colmado en pleno paro del transporte: sin apenas fruta y con el pan al alza

Las cuentas de la tendera

Verónica Abad regenta dos tiendas de alimentación de barrio en Oviedo. Una, en Pumarín, La Quirosana. Otra, en la avenida del Mar, abierta hace unos días, en pleno paro del transporte, aunque su idea era ponerse a trabajar hace ya meses: “Me tocó sufrir los retrasos de la llegada de permisos...”. Es ecuatoriana, lleva casi 20 años en Asturias y tras trabajar en supermercados ha emprendido por su cuenta: “La fruta y el pan son mi gancho para la clientela, de barrio, muchos jubilados, gente mayor que compra lo justo. Tengo que limitar mucho los precios, no puedo subirlos sin control”. Estos días tiene muchos problemas para lograr fruta y verdura, la leche llega a cuentagotas y le faltan arroz, azúcar... “Los panaderos han subido el pan y me dicen que tengo que aplicarlo yo también para ganar, pero sé que no debo”.

Silvia García y Eduardo Arnáez Farmacéuticos
La cruz verde que ilumina las boticas es la “cruz” que encarece aún más la factura de la luz

La cruz de las farmacias

Ellas no se libran de las consecuencias del paro del transporte. Silvia García y Eduardo Arnáez explican que en su farmacia del centro de Oviedo empiezan a faltar productos de parafarmacia y otras cosas como pañales, leche... A ello se añaden también los gastos de la luz, disparados. Porque “la cruz” de las farmacias es la cruz verde que lucen como distintivo, iluminada, mientras están abiertas: es un gran gasto de luz. “A mi suegra le ha subido la factura de 50 a 200 euros”, señala García. “Cuando llamamos a los laboratorios para pedir algo, no nos aseguran que pueda llegar”. Otra cosa es las medicinas: las cooperativas han hecho acopio, aunque al ser productos de primera necesidad su suministro se garantizaría, incluso con el Ejército.

Amador García Criador de pitos de caleya
Maíz a precio de oro para los pollos: de 7 a 13 euros el saco de 25 de kilos de pienso

Pitos que comen “oro”

“Esto del encarecimiento del pienso viene ya de atrás, de noviembre o así, y la guerra de Ucrania lo ha agravado”, explica Amador García, que cría pitos de caleya en Morcín. La factura del maíz se ha disparado: un saco de 25 kilos costaba entre 7 y 8 euros y ahora ronda los 13. En su granja pueden consumir hasta dos toneladas al mes: “Echa cuentas del gasto de más que tenemos... Buf”. A ello hay que sumar el aumento de la factura del combustible, pues también se ocupa del reparto de los pitos a restaurantes y tiendas, y de electricidad. Pero no se queda ahí, pues el paro del transporte le ha obligado a reducir producción –tienen capacidad para 1.700 pitos, lo ideal es tener una media de 1.000 en crianza, aunque cerrarán el mes con unos 600–, ya que hay “mucha incertidumbre” y no se puede arriesgar. Este criador está en medio de la tormenta perfecta de la crisis, pues le pilla todo: “Soy ganadero, soy transportista y soy industrial pues tengo también matadero. Me como todos los problemas”.

Félix Marcos Hostelero
Las cuentas muy peladas de un sector que según levanta la cabeza la tiene que bajar

Sed de cerveza

A los hosteleros les empieza a escasear la cerveza en mitad de una crisis que, aunque con altibajos, empieza a hacerse eterna. Tras el confinamiento y dos años de restricciones que iban y venían, tras la última Navidad, explica el hostelero gijonés Félix Marcos, buena parte del gremio había reunido las ganancias de las fechas festivas para liquidar los créditos que el sector había solicitado en masa tras el estado de alarma. “La mayoría estamos a cero o con cuentas muy peladas afrontando ahora todo esto”, lamenta el portavoz de la plataforma Hostelería con Conciencia. En su bar y en el de compañeros vinculados a su plataforma, añade, el problema principal de suministros es la cerveza, en especial dos marcas. “Una nos ha dado una caja de 24 botellas por local para toda una semana y de la otra marca yo había pedido tres cajas y solo me han podido dar dos. Recurres a otras, no es el fin del mundo, pero todo va sumando”, reconoce. Marcos sabe de negocios que han visto duplicada su factura de la luz y que se han visto limitados por el repunte en el precio de combustibles.

Marta Vielsa Panadera
La electricidad no es el único problema: la harina está cara y el súper hace la competencia

El pan, abrasado por la luz

Levantar cada día la persiana de una panadería cuesta más del doble que hace unos meses y eso teniendo en cuenta solamente el precio de la luz. Lo saben bien en tahonas como la de Marta Vielsa, en el barrio de El Casal, en Grado. La factura eléctrica de un establecimiento “donde lo tenemos todo eléctrico, incluido el horno” ha pasado de ser de unos 1.100 euros al mes a unos 2.500. La subida es inasumible. Están abocados a incrementar el precio de venta si las cosas no cambian en el corto plazo, cosa que parece no va a suceder. Porque, además, no es el único coste de producción que va al alza, pues la escalada no cesa en lo que respecta a las materias primas básicas, con la harina por las nubes. “La harina, por ejemplo, nos subió 700 euros en cada viaje”, explican, en relación a cada remesa que se compra para elaborar los productos. Son estos problemas actuales derivados de la crisis energética y la guerra de Ucrania, pero a ellos se suman otros antiguos, como la competencia de los supermercados en un producto básico. “Subimos el pan 10 céntimos en enero y tendremos que volver a subirlo otra vez, la gente piensa que lo subimos por gusto, pero es que no se pueden asumir estas subidas de luz”, destacan en la tahona.

Compartir el artículo

stats