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La brutal agresión de tres menores a un hostelero en el Rosal

"Me rajaron la cara sin mediar palabra por no dejarles pasar a meter mano a las chicas"

La víctima, de baja desde hace ocho días, denuncia la indefensión de dueños y camareros ante "grupos conflictivos de chavales" todos los fines de semana

El hostelero agredido. IRMA COLLÍN

"Tengo treinta y pico puntos en la cara. Me va a quedar una cicatriz importante, pero tuve suerte porque estoy seguro de que el chaval quería clavarme el cuchillo dentro del ojo". J. P. A., de 23 años, recibió cinco navajazos el fin de semana pasado en la puerta del local que regenta en el número 70 de la calle del Rosal. Uno en el rostro, otro en la nuca y tres en la espalda. Tres menores de edad le atacaron hacia las once de la noche porque no les había dejado pasar. Todos iban armados y llamaron a más amigos para entrar en el pub y montar jaleo. Sólo la Policía Local en colaboración con la Nacional pudo con ellos. Los agentes detuvieron a un chico de 15 años como autor de las lesiones. El menor, de origen marroquí, ingresó el lunes pasado en el centro Miraflores de Noreña, donde, según la Fiscalía de Menores, permanecerá por un tiempo indefinido "hasta normalizar su conducta". En principio parece un suceso resuelto, pero la víctima no está de acuerdo: "El que me hizo esto en la cara no fue ese chaval. Fue otro. Además, eran tres y todos me apuñalaron".

J. P. A. dice conocer de sobra a sus agresores. "Suelen venir los fines de semana a tocar las narices. No les dejo entrar porque se ponen a pedir euros a los clientes, a tirar del pelo o meter mano a las chicas y encima no consumen nada en la barra. Pertenecen a un grupo grande como de treinta personas". El sábado 17 de noviembre todo indicaba que iba a ocurrir lo mismo. Tres chavales intentaron entrar sin éxito en el bar. Le dijeron "Yo, jugar" a modo de petición. El dueño les prohibió el acceso y se fueron pacíficamente. "No sé por qué a los pocos minutos volvieron y sin mediar palabra uno me rajó la cara", explica el agredido, que en aquel momento estaba en la puerta hablando con un amigo. Su relato de los hechos se vuelve algo gris a partir de ese punto. Cree que intentó refugiarse en su propio establecimiento, pero los otros dos menores aprovecharon para apuñalarle por detrás.

Una camarera y varios amigos socorrieron a la víctima dentro del bar y llamaron al 091 mientras, a la vez, entraban decenas de colegas de los agresores con ganas de pasárselo bien. Curiosamente, el padre del hostelero pasaba por allí en coche y se bajó inmediatamente a ver qué estaba pasando. Un grupo de chavales cerró la puerta del pub violentamente justo cuando el hombre accedía al local. Su mano quedó atrapada en el quicio y sufrió la luxación de tres dedos. Los primeros agentes en llegar fueron los de la Policía Local. Identificaron al menor ahora ingresado en Miraflores y lo pasaron a disposición judicial. Una ambulancia aparcó en el Rosal para que los sanitarios pudiesen atender lo antes posible al hostelero. "Yo sólo era consciente del estropicio en la cara. Allí me vieron lo del cuello y la espalda. Luego me trasladaron al HUCA". J. P. A. está de baja desde entonces y acude a diario al centro de salud de Colloto para curarse las heridas.

Los médicos del Hospital Universitario Central de Asturias le sometieron por la noche a una operación de cirugía plástica que requirió más de treinta puntos de sutura en el pómulo izquierdo y la intervención del interior de la nariz. Por la mañana pudo irse a casa. El parte que emitió su médico de cabecera para tramitarle la baja es claro: "Herida profunda en dorso de nariz y en espalda tras agresión con arma blanca el día 17 a última hora en el bar de su propiedad. Precisó sutura por cirugía plástica en el dorso nasal, con taponamiento. Se valoró contusión malar (hueso que conforma parte del pómulo y la órbita del ojo) y heridas en espalda (una en el cuello que precisó seis puntos y dos más en región dorsal, una suturada con tres puntos y la otra superficial de cuatro centímetros de extensión). Erosión en la rodilla derecha".

El joven denuncia que los dueños de los pubs y discotecas del Rosal y el casco antiguo están indefensos ante "grupos conflictivos de chavales" que salen a molestar a la clientela todos los fines de semana. Es especialmente crítico con las voces que aseguraron hace ocho días que el conflicto se había producido por las tensiones del derbi Oviedo-Sporting (a punto de finalizar cuando ocurrieron los hechos) o que había sido una trifulca entre dos bandas. "Me rajaron la cara sin mediar palabra por no dejarles pasar a meter mano a las chicas, pedir dinero e incordiar", afirma.

Los hosteleros y vecinos de la zona señalan que buena parte de los chicos conflictivos provienen de centros de acogida y hogares tutelados, y que aprovechan las salidas de viernes y sábados para hacer gamberradas. Unas quejas que se suman a las de los residentes de San Claudio, cansados de sufrir altercados y que obligaron al Principado (del que depende la gestión de algunos centros como el de Loriana) a tomar medidas y revisar el estado de las instituciones, en algunos casos saturadas. Por ejemplo, el reciente traslado varios chicos de Loriana a otros puntos de la región para descongestionar el centro.

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