El «milagro» de Villazón llegó de ultramar
El Arzobispo inaugura el templo restaurado por el empresario afincado en México y descendiente de indianos Jerónimo Arango

El «milagro» de Villazón llegó de ultramar
Mónica G. SALAS
Como si de un milagro recién llegado del otro lado del Atlántico se tratase, ayer los vecinos de la localidad salense de Villazón inauguraron con una misa oficiada por el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, el templo que recoge su historia. Y es que esta iglesia ha vuelto a lucir con todo su esplendor, gracias a la aportación del sobrino del indiano y filántropo local Manuel Arango Díaz, el empresario mexicano Jerónimo Arango Arias, encargado de costear las obras de su restauración. Así las cosas, ayer Villazón no sólo redescubrió un tesoro arquitectónico, sino también la memoria de sus gentes.
«Estamos de fiesta, porque esta iglesia que hoy abre, de nuevo, sus puertas podría relatar a la perfección la vida que esconde este pueblo. Incluso, si las piedras hablasen, nos contarían las miles de sonrisas llenas de alegría y las lágrimas repletas de llanto que han pasado por aquí, donde se inician vidas, pero también se finalizan», indicó Sanz Montes al inicio de un oficio, seguido, con emoción, por una marea de vecinos, que agolpados tanto en el interior como en el exterior del templo intentaron no perderse detalle de su intervención. «A un extremo tenemos un retablo precioso y recién restaurado y al otro, tras las puertas, una imagen de nuestro bello paisaje asturiano. Pues bien, entre las dos transcurren las vidas que escriben esta historia y que espero y deseo que nunca sea interrumpida», manifestó.

El «milagro» de Villazón llegó de ultramar
Pero si alguien que ha puesto todo su empeño para que esa leyenda no pierda ni un solo capítulo ese es Jerónimo Arango Arias, que aunque lejos de Villazón, seguramente recogió con los brazos abiertos todo el calor que sus vecinos asturianos y en especial su familiar Juan Menéndez Arango, el único que reside ya en el concejo, le regalaron durante el oficio.
Sin olvidar por supuesto a su tío Manuel Arango, fallecido en 1981. «Su recuerdo ha dejado huella en todos los que le hemos conocido. Inició la aventura de la emigración a América, pero nunca perdió de vista ni su tierra ni su familia», señaló Juan Menéndez durante el discurso. Y así, con ese recuerdo es como ayer Villazón vivió un «milagro», en palabras del propio arzobispo.
Los vecinos de la parroquia salense agradecen a Juan Menéndez su labor en la iglesia
El discurso de Juan Menéndez Arango, o Juanín como le llaman sus amigos, originó numerosos mensajes de gratitud por parte de sus vecinos, que destacaron además la importancia que las obras de la iglesia -junto a estas líneas, el Arzobispo durante la misa- tienen para el pueblo. «Se lo debemos todo a Juanín, que fue ex alumno mío y estoy muy orgullosa de él», expresó Carmen González. De la misma forma, Manolo del Valle calificó a la familia Arango de extraordinaria por su aportación. «Significa mucho para nosotros, porque el templo estaba muy mal y siempre fue el centro del pueblo», dijo.
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