Al bisoño en política viceconsejero de Cultura, Vicente Domínguez, le han llovido por haber dicho, más o menos, que le da igual si la programación del Niemeyer es o no internacional. Quizá no fue la más afortunada frase de presentación en el Centro, pero tampoco nos rasguemos las vestiduras. Hay una tendencia a convertir las palabras en algo sin sentido. Internacional. ¿A qué nos referimos? ¿A que se organicen viajes en avión de gente de China para ver una obra en Avilés? ¿A que el Niemeyer compita con Broadway? ¿A que salgamos en el "New York Times"? Ya vale de cierto papanatismo. Sí, la programación del Niemeyer ha de ser la mejor de las posibles, pero sobre todo ha de estar pensada para el público y no para el grandonismo de políticos, el ego de gestores o la satisfacción de ver pasear a Kevin Spacey por La Cámara. Así acabamos por andar enredando a decir que Avilés juega en la Liga de Nueva York o Londres. Y hay quien hasta lo repite en el Juzgado.
