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Profesor de Matemática Aplicada

Judas

Acerca de los traidores como elementos nocivos en las universidades españolas, a diferencia de las americanas, donde se protege el liderazgo

Amo la traición pero odio al traidor.

Julio César (100 a. de C. - 44 a. de C.).

Cuando era pequeño recuerdo, que en el salón de mi casa -que era el cuarto que siempre se reservaba para las visitas- había colgado ese típico cuadro de Jesús y sus discípulos, hecho en plata o en metal parecido. Me imaginaba que era una comida o una cena porque estaban todos reunidos en torno a una mesa; sin embargo no puedo asegurar el orden, es decir, no sé si se trataba de la última o de la primera, o de cualquier otra ocasión en que habían organizado una pequeña fiesta, dado el éxito de la empresa. Recuerdo que quedaba mirándolo detenidamente mucho tiempo, porque me llamaba la atención el relieve y los detalles. Los apóstoles estaban rodeando a Jesús como haciéndole la pelota a ver quién monopolizaba su atención, creía yo. La iglesia católica ha sido la primera en entender la importancia de la publicidad, y que la fe tiene que entrar primero por los ojos y luego quedar albergada intacta, ahí donde la ciencia no llega. Por eso siempre han trabajado con los mejores artistas y escultores, y han desconfiado de los librepensadores, intentando enviarlos a la hoguera. No digo que la pieza que tenía en casa fuese una obra de arte, que no lo era, solo digo que, a una persona simple como era yo, le llamaba poderosamente la atención. Yo por aquella época no conocía el significado de la palabra discípulo, y asociaba la disciplina a la mala leche que tenían algunos curas del colegio Loyola, donde estudiaba con media beca, porque por entonces en las escuelas de la Luz, donde vivían mis padres, no había manera de sacar nada en claro, y lo más probable era terminar siendo un quinqui, un macarra, o en el mejor de los casos, un aprendiz de Ensidesa. Desconocía que disciplina proviene de discípulo, y que sin disciplina no se consigue nada, solo ser un pobre desgraciado que cree que el mundo está lleno de derechos y de ningún deber. ¡Qué pena me dan los "pijo-padres" que creen que sus hijos no necesitan deberes! Estos pobres han interpretado el milagro finlandés solo a medias. Son las típicas idioteces ibéricas.

Pues bien, siempre me llama la atención la historia del malvado Judas Iscariote y como traicionó a su maestro. Nunca lo comprendí. Judas y judío eran de los peores insultos que uno podía soltar por la boca en aquella España profundamente cicatera, atrasada, supersticiosa, reprimida y antisemita; aquella España postfranquista de tricornios represores y de curas delatores. Se dice que Judas delató a Jesucristo con un beso ante los sacerdotes judíos, el famoso beso de Judas, y que recibió por ello unas cuantas monedas. Porque parece ser que Jesús era como alguno de los líderes políticos actuales (salvando las diferencias), que mandan y poseen influencia, pero que nadie les conoce hasta que se ven obligados a salir de la caverna. Un ejemplo lo tienen Ustedes en el partido socialista que redescubre a nuestros "líderes regionales" en situaciones de extremaunción: los mal llamados líderes que imponen la mal llamada disciplina de voto. También se cuenta que Judas se arrepintió y que intentó devolver las monedas, y que, avergonzado, se ahorcó. Hoy, ya nadie se ahorca. Incluso el portavoz del PSOE, Antonio Hernando, es capaz de defender una postura y su respectiva contraria en cuestión de horas, y no hacen falta ni monedas. Solo pone carita de circunstancias. Otras versiones afirman que eso de arrepentirse na de ná, y que Judas se hizo latifundista, como los señoritos del PP, pero la ira de Dios cayó sobre él y sus tripas se desparramaron en sus tierras. ¡Vaya guión! En fin, no se pueden imaginar las veces que de pequeño soñé con el infierno, y veía a Judas chamuscado. Igual sensación tengo cuando oigo al otro Hernando, Falete, el doberman de Rajoy. Que este señor sea el portavoz del Partido Popular lo dice todo. Hernando es de los que pronuncia vaca con v, al más puro estilo Hitleriano. Ya saben que el carácter del perro dice mucho de la catadura moral de su amo.

Luego me hice grande y olvidé, y es cuando uno intenta tener discípulos, que comprende la historia de Judas, y que la filosofía de Maquiavelo adquiere toda su dimensión. Me preguntaba hace ya un tiempo un lector en comunicación personal cuál era la mayor diferencia entre las universidades americanas y las españolas. Obviamente yo no conozco todas las universidades americanas (sólo algunas buenas), ni tampoco todas las españolas (todas cojean del mismo pie), pero la respuesta es sencilla: los JUDAS. Los hay tan deplorables que incluso no saben escribir un agradecimiento a su maestro. En las universidades americanas célebres no tienen cabida ni los judas, ni los vagos, porque se trabaja en equipo, el sistema protege el liderazgo, todo funciona por referencias, y nadie recomendaría a un Judas o a alguien que no diese la talla. Estos individuos terminan aislados, y no hay equipo que los quiera, ni sindicato que los proteja. En la universidad española, salvo contadas excepciones, es al contrario porque el sistema protege este tipo de comportamientos: es la conjura de los necios, del "petit fonctionnaire". Unos creen que ya llegaron a la meta porque han pasado una oposición, y que de todas las maneras el sistema no les exige nada más. Es relativamente fácil conformarse, abandonar toda investigación (si algún día la hubo) y terminar aburriéndose como ostras, desfasados, o cayendo en la procrastinación crónica. Otros, están ahí de carambola. Lo peor de todo, es que nos ahogamos todos, porque una universidad donde no existe la promoción por el mérito, es tal la jaula de grillos, que cualquier Pepito Grillo puede ser director, sobre todo sino toca las narices a los Pinochos, y les promete mejoras del mínimo esfuerzo. Existen además grupos de poder que piensan que la universidad es la república independiente de su casa y la mangonean a su antojo, sin ninguna auditoría en las formas, ni en los objetivos. Y todo ello se bendice desde el rectorado. Esto en Estados Unidos es impensable, porque en las universidades americanas solo están los mejores, regidos por la excelencia. ¿Clear?

En la universidad española, como en el PSOE, para que te traicionen (y eso ocurre todos los días) no hacen falta las monedas. ¡Así nos va y así les va! La única solución sería volver a empezar la historia desde cero, que nos despidiesen a todos, y que nos volviesen a contratar haciéndonos la pregunta: ¿Y Usted que sueña? Y si Usted no sueña nada, ¡Auf wiedersehen, Bis Bald, Kaput! Pero eso nunca ocurrirá. Mariano lo sabe, conoce el país casposo en el que vive. Seguro que alguien hará una tesis doctoral sobre su caso: la fuerza de la debilidad, el mérito de estar callado, agazapado en el escaño hasta que tus enemigos se devoran. ¡Tú sí que eres un sabio!, pues no intentas ganar por la fuerza, aquello que sabes que puede ser fácilmente ganado por la mentira. ¡Como se ve que leíste a Nicolás de Maquiavelo, el príncipe de las tinieblas! Solo te queda, Mariano, darle al doberman una patada en el culo. Pero eso tampoco ocurrirá, porque sois lo mismo.

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