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Con vistas al Naranco

De la ninfa de Rubén Darío a la de Francisco Franco

¡El poeta ha visto ninfas!...

Rubén Darío, "Azul"

Ha poco han dado por televisión, en hora de gran audiencia, "La princesa Paca", una muy interesante cinta sobre la amante española de Rubén Darío. El origen del guión, al que encontré algún fallo, es un texto de Rosa Villacastín, de cuya escritura guardo buen concepto en tiempos de abogado empresarial en foros remotos.

En un momento, Paca, jardinera analfabeta, a la que el gran poeta enseñaría a leer, está preocupada por su desconocimiento del significado "Ninfa", que alguien le lee en Azul, denominación con la que también le llama su enamorado.

La historia de Paca contada en cine resulta conmovedora. Me trae al recuerdo uno de los primeros pleitos que tuvo mi padre, joven abogado, antes de matrimoniar con mi madre. Resulta que en una tertulia ovetense el Conde de Rodríguez-Sampedro había, en frase ingeniosa, llamado a Franco "la ninfa egeria de la Justicia". Un joven falangista presente procedió a la correspondiente denuncia que, por lo pronto, dio con la detención del conde por desacato al Jefe del Estado. El dentista valdesano Evaristo Lombardero y el oftalmólogo ribadense Honesto Suárez, que coincidieron con Rodríguez-Sampedro en la cárcel, me narraron detalles impagables del sucedido, entre los que estuvo la anécdota de otro compañero del denunciante que "de oídas habría agravado la frase pues el calificativo al Jefe del Estado del testigo falso fue "¡bella ninfa!", el colmo del recochineo".

Semejante despropósito aberrante no fue solo en los remotos años cuarenta, pues aún en los sesenta un investigador científico, residente en Alemania, de la familia Pérez Campoamor fue sometido al Tribunal de Orden Público sobre un comentario despectivo hacia Franco mientras escanciaba sidra en la avilesina Casa Lin. Esa misma jurisdicción especial de triste recuerdo también se aplicó al Juez de Mieres, Eulogio García Fernández, por una frase que habría dicho a un miembro de la siniestra Brigada Social el 1/5/1964 y aún en los setenta al notario José Rosales, por escribir en un tonel de El Condado/Laviana ¡Viva el General Riego!, a presencia de M. A. Lombardía y los Barbón, que hubo quien aseguró haber leído "¡Viva la Pasionaria!", lo que poco se hubiera compadecido con la militancia socialista del inolvidable fedatario.

¡En fin... como escribió Shakespeare, "¡las cosas que hemos visto!".

Me alegra que el apasionado amor olvidado de Rubén Darío haya sido rescatado. En cuanto a Franco resulta que todas las hagiografías, desde Joaquín Arrarás en 1937 para acá, dan el primer domicilio del joven Franco en Oviedo en el Hotel de París, en la calle Uría, cuando fue una pensión situada en la calle Rosal, donde está ahora la cafetería Solera, espacio pintado por Paulino Vicente en un magnífico cuadro de propiedad municipal.

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