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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Dulce sueño, Miguel

De mi estancia profesional en Zamora guardo recuerdos imborrables, como cuando en una ocasión, paseando a la caída de la tarde por la calle Santa Clara, me crucé con Pepe Reglero, empresario afamado, creador de las célebres galletas Reglero de los desayunos de nuestra infancia, que emergía de una larga convalecencia. El buen hombre, a quien se debe que a cualquier viajero que arribara a esa ciudad levítica se le llenara la nariz de un aroma de ambrosía, me contó que de un tiempo a esa parte soñaba con pasteles. Y los ojos le brillaban como a un niño llambión.

Ayer falleció en Gijón Miguel Álvarez, hombre querido y de buen corazón, propietario en herencia familiar de la popular confitería La Fe, de sabrosos milhojas y apetitosos hojaldres. Y hombro reparador y paño de lágrimas de un equipo de balonmano femenino que le dio casi tantos disgustos de puertas afuera como satisfacciones desde dentro, salvo que las alegrías siempre eran multiplicables, en torno a un grupo de irreductibles deportistas que meses atrás se impusieron, contra pronóstico, a rivales más poderosas en la Copa de la Reina.

Desconozco y nunca sabré si Miguel, convaleciente también y batallador incansable de una terrible enfermedad que había minado su arquitectura rotunda y apagado casi su voz, que se había vuelto tan delgada como huevo hilado, tendría estos días recientes sueños almibarados como los del zamorano Reglero, pero me abriga la certeza de saber que ese hombre de gesto serio albergaba un corazón de crema tostada y merengue.

Si allá donde esté algún repostero elabora tocinillos de cielo, no habrá paraíso mejor para la eternidad de este gijonés ilustre.

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