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El cuestionado origen de la vida

La aventura de descifrar la edad de los seres más antiguos del planeta

Tras el Big Bang el universo no reunía los requisitos pertinentes para que surgiera la vida, por lo cual tuvo que pasar algún tiempo para darse las circunstancias adecuadas. Los seres vivientes más tempranos de la Tierra fueron las cianobacterias -denominadas antaño "algas verdeazuladas"-, unos organismos unicelulares de tamaño micrométrico que vivían en los océanos y eran capaces de realizar fotosíntesis -fijan el CO2 para formar carbonatos y liberan oxígeno a la atmósfera-, fundamental para la aparición de la vida más compleja.

La acción metabólica de estas bacterias va generando láminas estratificadas mucilaginosas en las que precipitan CaCO3 y donde quedan atrapados los fangos calcáreos; con el tiempo aumentan progresivamente de tamaño hasta constituir una especie de roca con forma hemisférica, cónica, dómica o columnar. Estas estructuras organosedimentarias se designan como 'estromatolitos', y sirven, por tanto, para probar la existencia de vida a pesar de no constituir fósiles sensu stricto.

Estructuras halladas en Groenlandia en 2016 atribuidas a estromatolitos. En la actualidad, los estromatolitos crecen en pocos lugares (son famosos los de la zona acuática hipersalina de Shark Bay, en Australia), pero florecieron por doquier en épocas remotas. Representan la evidencia de vida más antigua de la que hay registro, de ahí el interés en hallarlos en terrenos, cuanto más antiguos mejor, para demostrar la existencia de la vida en tiempos ancestrales.

El 22 de septiembre de 2016 la prestigiosa revista "Nature" publicó un interesante artículo ("Rapid emergence of life shown by discovery of 3,700-million-year-old microbial structures") de investigadores de la Universidad de Wollongong (Australia), liderados por Allen P. Nutman, sobre el hallazgo de restos de estromatolitos en la isla de Groenlandia (Dinamarca).

Las litologías donde se encontraron tales estructuras pétreas estuvieron cubiertas por los icebergs hasta hace poco y fue el deshielo acelerado del Ártico, debido al cambio climático, lo que permitió su afloramiento. Se trata de las rocas más vetustas preservadas sobre la faz de la Tierra, por lo tanto constituyen un objetivo primordial de búsqueda de evidencias vitales; pertenecen a la Formación Isua, compuesta por un cinturón de rocas verdes de tipo basáltico muy metamorfizadas y deformadas que habían sido datadas por métodos radiométricos mediante isótopos del carbono entre 3.800 y 3.700 Ma (millones de años), anticipándose en más de 200 Ma respecto a las pesquisas realizadas en el cratón de Pilbara (región al noroeste de Australia, famosa por sus depósitos de hierro). De confirmarse, este descubrimiento significaría que la vida terrestre brotó relativamente cercana al origen del planeta, estimado en 4.500 Ma.

Sin embargo, lo que son los vaivenes de la exploración científica, acaba de salir a la luz, también en "Nature" (17 de octubre de 2018), un trabajo ("Reassessing evidence of life in 3,700-million-year-old rocks of Greenland") del equipo de la NASA (Jet Propulsion Laboratory, Pasadena, EE UU), al frente del cual figura la geóloga de origen australiano Abigail C. Allwood, cuestionando el anterior hallazgo al estudiar exhaustivamente con sofisticadas técnicas muestras similares de idéntica formación; concluyen que las morfologías cónicas descritas no son atribuibles a estromatolitos de origen biológico sino a estructuras ocasionadas por procesos tectónicos.

A este mismo equipo estadounidense se debe la autoría del estudio publicado años antes sobre los citados estromatolitos de Pilbara -con 3.430 a 3.490 Ma-, considerada como la prueba de vida más arcaica mayoritariamente aceptada por la comunidad científica internacional, ya que aquí sí se encuentran estructuras laminadas bien preservadas con un origen biológico indudable.

La controversia persiste, pues el grupo australiano se mantiene firme en su interpretación de que se trata de verdaderos estromatolitos. Lo que parece seguro es que a partir de los estudios aludidos se abrirán nuevas líneas de investigación en busca de evidencias más inequívocas que las simples morfológicas, por ejemplo la posibilidad de encontrar biomarcadores. La meta es acotar de la manera más exacta posible el momento en que surgió la vida terrestre y extrapolar el conocimiento adquirido a otros planetas del universo, por ejemplo en Marte.

En el ámbito asturiano -un auténtico Edén de las estructuras geológicas- no podrían estar ausentes los estromatolitos, mostrándose buenos ejemplos en depósitos del Devónico y del Jurásico. En el primer caso, son famosos los del concejo de Gozón, tanto en el arrecife coralino de Moniello (en la conocida Formación Moniello), como en el borde oriental de la playa de Bañugues (Grupo Rañeces), aquí con morfología columnar. En el Jurásico aparecen tales estructuras en la costa de Gijón, caracterizadas por presentar un fino bandeado de láminas claras y oscuras de espesor milimétrico, a veces con pequeños abultamientos.

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