Al grupo humano de los "ninis" le ha surgido una subespecie que cada vez cobra mayor presencia y relevancia: los "nininis", que son aquellos jóvenes que ni estudian ni trabajan ni tienen intención de hacerlo. Podría denominárseles también la generación "sopa boba" por cuanto parecen dispuestos a vivir de sus padres hasta que llegue el día que consigan vivir de sus hijos. Perversos polimorfos, suelen sacar provecho de la separación matrimonial de sus progenitores, ofreciéndose al mejor postor, y del acuerdo de divorcio suelen obtener pingües beneficios. A la chita callando, y sin pegar palo al agua, llenan el bolsillo y viven como Dios, a cuerpo de rey, sin responsabilidades ni obligaciones, a cuenta de la billetera de los que le trajeron al mundo.
Un juez de Gijón acaba de sentenciar que uno de estos chavales de esta ciudad, de 21 años de edad, sólo tendría derecho a un año de pensión de manutención de la cuenta corriente de su padre, porque sus facultades físicas y mentales le capacitan para acabar sus estudios o para buscar un empleo que le garantice el sustento. O sea, que se le acabó el chollo y el aquí me las den todas. Es algo parecido a lo que ocurre con el reparto de las ayudas de los servicios sociales, que en ocasiones llegan a personas que se aferran a la beneficencia en lugar de buscarse la vida.
Todos los padres tienen una responsabilidad filial con su descendencia, pero hasta cierto punto: no todo vale, y una cosa a mantener a un bebé, a un niño o a un adolescente y otra bien distinta financiar los vicios y los gustos de un paisano. Los humanos deberíamos ser como los pájaros: alimentar a las crías hasta que aprendan a volar. Después, que cada cual se maneje con sus propias alas.
