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Sol y sombra

El manual de Puigdemont

El fugado se apunta a la teoría resistente y pide fortaleza a los suyos

En un acto paralelo al festival de cine de Berlín y en el papel de Pierrot el loco, Puigdemont ha pedido al resto de los cabecillas del putsch que no huyeron como él y están siendo juzgados que sean fuertes y se muestren orgullosos. También ha insistido en que son dos los millones de personas que se sientan en el banquillo de la sala del Tribunal Supremo.

Él, por lo pronto, está a una distancia aproximada de dos mil kilómetros de Madrid, otro tanto de Oriol Junqueras y del resto de los imputados por rebelión que han permanecido unos cuantos meses a la sombra. Anteayer cenó con el artista chino Ai WeiWei, el expresidente polaco Lech Wa?esa, la ministra de Agricultura alemana Julia Klöeckner y la actriz francesa Catherine Deneuve, entre otros de los comensales que asistieron a la gala de Cine por la paz. En consonancia con ella, reiteró su oferta del referéndum y dijo que el diágo tenía que discurrir, además, sin violencia por ambas partes. Puigdemont, aunque haya elegido el lugar de una degollina como Waterloo de morada, destila una sintonía entre Gandhi y el Dalai Lama.

Ahora que a los resistentes les ha dado por formular teorías sobre la capacidad de aguante, el suyo es otro manual de resistencia, sólo que dirigido a los demás. Pide fortaleza para soportar el mal trago pero se ha excluido de él desde el primer momento en que puso pies en polvorosa dejando a la república catalana sin proclamar para salvar su culo y no ir a la cárcel.

El domigo, si no hay algún imponderable, estará de nuevo en Waterloo frente al televisor viendo al Girona club de fútbol. Arrellanado en el sofá en su "arresto domiciliario", como suele decir, de 4.000 euros al mes de alquiler.

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