La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sol y sombra

El tic autoritario

La idea autocrática de Sánchez exuda de sus advertencias a la oposición de que el Gobierno no tiene un plan B al estado de alarma que pretende prorrogar otros quince días desde el miércoles. Pero esta vez no es seguro que lo pueda aprobar, de manera que igual tiene que improvisar uno sobre la marcha: sería una improvisación más, ya nos estamos acostumbrando. Su intención, no se esconde, es la de cualquier líder con el punto de mira democrático desviado al que el destino ha puesto en bandeja la posibilidad de ejercer el autoritarismo, y no quiere desaprovecharla para seguir gobernando por decreto con la libertad de movimientos de los ciudadanos restringida. Alguien puede llegar a sospechar que si no hace lo de Orban en Hungría es porque no tiene la mayoría asegurada para ello.

Sánchez dice para justificarse que el estado de alarma es el instrumento constitucional que utilizan los países del entorno europeo. Aun siendo cierto, nadie lo expone, sin embargo, de esa manera. No es lógico arrinconar a la oposición ante la disyuntiva de la unidad o el abismo, cuando precisamente los datos que maneja este Gobierno son los que nos conducen a él. Quizás, por la falta de ese plan B que ahora Sánchez dice no tener para forzar su apoyo a una nueva prórroga de confinamiento, mientras regula de manera disparatada las salidas de los ciudadanos para darles un respiro y que el hartazgo no colme el vaso. Tampoco tiene una explicación lógica, pero esa es una táctica a la que recurre con frecuencia, que necesitando el voto de la oposición para su experimento lanar del coronavirus no lo busque de manera más cordial como haría cualquier otro gobernante democrático. Él mismo ha admitido que la comunicación que establece con sus opositores se produce cada quince días cuando tiene que pedirles el respaldo para seguir adelante con su plan A. Recuerden, el B no existe. Esto lleva mal camino.

Compartir el artículo

stats