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Inquietante y festivo septiembre

En el séptimo mes de la pesadilla pandémica

Mucho va a tener que esforzarse septiembre para responder a la expectativa musical del "cuando llegue septiembre todo será maravilloso". El mes que con nombre de calendario romano mentía en su número, pues no era el séptimo sino el noveno de nuestro cómputo anual, este año recupera su significado antiguo. Realmente 2020 empezó a ser lo que es en marzo, pues, como si a Roma volviéramos, entrando el belicoso Marte (marzo) en escena el año cobró dimensión diferente y fuimos cual legiones a la guerra "confinada". Así que siete son los meses de pesadilla pandémica.

Acuciados por la incertidumbre, golpeados cada día por cifras de contagios que nos sitúan en cabeza de una carrera indeseada de la que solo nos libra, muy de cuando en cuando, la noticia de una vacuna salvadora, finalizamos este verano raro y enrarecido. Septiembre marca el fin del estío, el mes del equinoccio de otoño.

Menguado el calor y acabadas las labores del campo masivas, muchos pueblos celebraban sus fiestas en estas fechas. Y así el 8 de septiembre es festividad oficial de Asturias, con la Virgen de Covadonga como patrona de la Comunidad; el mismo día lo es en Extremadura bajo el patronazgo de la Virgen de Guadalupe; Cataluña, recordando dos hechos en uno (Diada), su derrota en la Guerra de Sucesión y su resistencia "heroica", fijó el "día" en el 11 del "aciago" 1714; hasta Ceuta y Melilla (2 y 17 respectivamente) se abonan a septiembre para su fiesta, puesta la vista en su vieja historia de vinculación peninsular.

Junto a las conmemoraciones patrias, muchas ciudades y pueblos echan los restos en celebraciones septembrinas que este año se verán quebradas por un indeseable autoinvitado. Es tiempo de preparar la vendimia que en Narcea e Ibias es historia ya narrada por Jovellanos, revalorizada ahora; es tiempo de nueces, avellanas e higos, manjares esos y más, acompañantes de la humanidad, hacedores de ferias y mercados. La geografía se puebla de actos lúdicos, previos al otoño, o para acompañarlo en su entrada. Entre nosotros, otros años, se amparaban en devoción mariana romerías diversas: de la Guía (Llanes), el Carbayu (Langreo), el Portal (Villaviciosa), el Avellano (Allande); o se "peregrinaba" a santuarios populares como El Acebo (Cangas de Narcea), Lugás (Villaviciosa) o La Cueva (Infiesto) para citar unas pocas. Avanzados los días San Mateo no será lo que debe ser y San Miguel no cerrará alegre el mes.

Pero si algo caracteriza la Asturias que estrena septiembre es el "Día de Asturias", el 8, coincidiendo con la ancestral honra a la Virgen de Covadonga, la señora de la cueva o "de las batallas", cuyas peripecias en el tiempo son innumerables, convirtiéndose incluso en refugiada de guerra, en aquella contienda fratricida ocurrida hace afortunadamente muchas décadas. Antes de que la Comunidad Autónoma del Principado de Asturias dispusiera de su Estatuto de Autonomía (Ley Orgánica 7/1981), el Consejo Regional había decretado, en 1980, como celebración "cívico-política" propia el 8 de septiembre. Luego, ya en funcionamiento el parlamento asturiano, una comisión especial debatió el asunto largamente y de ello devino la escueta Ley 5/ 1984, de 28 de junio, instituyendo el "Día de Asturias", determinando que el encuentro festivo será cada año en el lugar que en su caso acuerde el Consejo de Gobierno. Mas tarde, en 1986, otra ley de "honores y distinciones" fijó un nuevo acto relacionado: la entrega de medallas de Asturias y de los títulos de "hijo predilecto e hijo adoptivo". Y desde 1988 se sumó el pleno institucional que la Junta General del Principado de Asturias, el parlamento, convoca desde entonces anualmente.

Desde 1980 la romería popular se organizó en 25 localidades diferentes, recorriendo la geografía asturiana de este a oeste y de norte a sur; y de la montaña al llano. Hubo sitios que repitieron e incluso en distintos años se buscó una ubicación central que se pretendió fija, como fue el caso de La Morgal (1988 a 1993 y 1996 a 1999), pero la rotación volvió a imponerse. Entorno a este "Día" se otorgaron 32 medallas de oro, más de 170 de plata y se han distinguido ocho hijos adoptivos y predilectos. El recorrido por los nombres personales e institucionales premiados es de algún modo un repaso a la historia reciente de Asturias. Este año, por las circunstancias especiales de la Covid-19, no hay entrega de medallas ni fiesta, aunque sí un homenaje a quienes luchan contra la enfermedad que nos aqueja y a los afectados. Justo y merecido.

Habrá la tradicional ceremonia religiosa en Covadonga. Porque en el imaginario mítico astur el dúo Covadonga-Pelayo siempre fue un activo, como pudo comprobarse en los actos del XIII Centenario del Reino de Asturias el pasado 2018. Se reeditó entonces el libro que Fermín Canella y Secades (1849-1924) había redactado en 1918 con motivo del anterior centenario. El eminente rector universitario, asturianista, cronista de Asturias y destacado miembro del "Movimiento de Oviedo", con una prosa hoy desacostumbrada, reconociendo que "es difícil presentar una genealogía de Pelayo cuando se ha llegado hasta negar su existencia" dice que "en Covadonga se escribió la primera página triunfal é iniciadora del destino hispánico, señalada por la cruz y espada victoriosas de Pelayo cuando su inmarcesible victoria, grabada clara y hondamente en el alma española, por encima de todos los pirronismos habidos y por haber". Como cuna "oficial" de la monarquía suscitó el lugar, la Virgen y el guerrero, el interés de reyes y reinas, aunque no tuvo marco adecuado hasta la inauguración del conjunto y Basílica que hoy conocemos en 1901. En el escrito "De Covadonga: contribución al XII Centenario" deja don Fermín Canella la primera página para dos eminentes prohombres. De Francisco Pi y Margall (1824-1901), que había sido presidente de la I República y se había atrevido a escribir en su juventud la obra de teatro "Don Fruela", elige que a "Orillas del Guadalete hubiera fenecido la generosa dinastía de los reyes godos, si el invencible Don Pelayo, retirado en los fragosos montes de Asturias, no echara en ellos los cimientos de una nueva Monarquía..." Del asturiano Ramón de Campoamor (1817-1901) pone Canella unos versos que de patrióticos sonrojan pero forman parte de la áurea leyenda de Covadonga: "Cuna de España y de la Arabia tumba,// luchan de Covadonga en la ancha cueva// ciento contra cien mil; el viento zumba;// ¡más sangre que agua ya destila el Deva!..."

Con estos mimbres breves y otros muchos que quedan en el tintero, parece evidente que la fiesta de la Comunidad Autónoma del Principado de Asturias no pudo sustraerse a la tradición y la leyenda. Que ellas venzan el desánimo.

[Canella y Secades, Fermín. "De Covadonga (contribución al XII Centenario)". Madrid: BOE, 2018; ed. facs. de la de 1918 para la Conmemoración del XIII centenario del reino de Asturias (718-2018); Junta General del Principado de Asturias. "Documentos del Archivo" nº 2: Día de Asturias (1980-2019), Servicio de Biblioteca, Documentación y Archivo (accesible desde la web)]

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