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Esteban Greciet

Clave de sol

Esteban Greciet

La derecha no remonta si no acuerda un programa común

Ante la alianza de Sánchez con fuerzas antisistema

Reconozcamos que la situación política en España roza ya el absurdo por no hablar de verdaderos amagos de deslealtad. Es decir que toma un sesgo antisistema. Si no fuera verdaderamente trágico, sería decididamente surrealista.

En cualquier caso, condicionado por el tratamiento de la pandémica situación que nos aflige, administrada precisamente por un par de personajes tan fúnebres y fríos como el ministro Illa y el tenebroso médico que contabiliza cadáveres sin nombres como quien cuenta pescados.

Esta especie de gobierno sobrevenido que nos aflige y cuya labor de demolición continúa –sin que cause otra reacción que los lamentos de una derecha vergonzante e incapaz de unir sus fuerzas– no es más que un revuelto de adversarios unidos para apuntalar un supuesto socialismo insuficiente y desleal.

Pero no pasa nada. El real Jefe del Estado es tratado como un intruso solo conservable para guardar las formas y de momento sostener lo que funciona. El sesgo que toman los últimos acontecimientos apunta al acceso de otros protagonistas del más siniestro de los separatismos a tareas de gobierno.

¿Dónde está el núcleo duro del auténtico socialismo español para restablecer el leal funcionamiento de un partido constitucional serio y coherente? En el mejor de los casos, se ha refugiado en media docena de socialistas relevantes que manifiestan con demasiada mesura sus discrepancias con lo que está pasando.

La peligrosa realidad consiste en que el particular ideario del sanchismo personalista es un aglomerado de extremistas, separatistas y antisistemas que sumar a un particular entendimiento de un peculiar socialismo sin escrúpulos dispuesto a prevalecer a toda costa siempre que le conserve a la cabeza.

Cabe preguntarse de nuevo si por lo menos media sociedad ha de estar necesariamente inerme ante el atropello de lo establecido y la imposición sin remedio de un corsé ideológico radical –y, por cierto, una obsesión por el político pasado remoto– al hilo de una pandemia sobrevenida y causante de muertes y desgracias.

No cree el comentarista que la actual clase política de derechas –llamemos a las cosas por su nombre– sea capaz de remontar la situación si no se une con amplitud de miras en un programa común. Los milagros existen.

No seamos del todo pesimistas.

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