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LNE FRANCISO GARCIA

Billete de vuelta

Francisco García

Las orejas del lobo

Al secretario de Estado de Medio Ambiente, el asturiano Hugo Morán, le han llevado a ver las orejas al lobo, pero no al nivel de espanto con que se las ven los pastores que pierden ganado en las fauces del cánido, en una lucha encarnizada que se perpetúa y dura ya siglos. En un despacho, el lobo luce bonito en un cartel; en el monte, la especie a la que el secretario de Estado pretende dar mayor protección provoca pérdidas cuantiosas a un sector al que se obliga a batirse en retirada. Y todos sabemos en qué se convierte un paisaje natural cuando el manejo tradicional agroganadero se extingue: el pastizal da paso a la maleza.

Dice Morán que los científicos defienden proteger al lobo al norte del Duero, como se hace al sur de ese río, pero ni los territorios son iguales ni los usos del ganado idénticos. Lo que vale en un sitio puede no ser permeable en el otro.

Cuando el exalcalde de Lena apela a la ciencia ¿a qué científicos alude? ¿Ha llamado a consultas a otra ciencia distinta, afín al paisanaje, que pueda evaluar en su justa medida el empirismo aldeano? ¿O se escapa a la competencia de su departamento una aproximación científica a la aldea y a lo que esta entidad representa desde hace milenios?

Hay distintos tipos de ciencia. Una pública, que se hace al servicio de la sociedad y las comunidades, y una privada, que en muchas ocasiones deriva hacia el enriquecimiento personal y al engorde del currículo. Después está quien hace ciencia privada con dinero público. De ese modelo tenemos casos sonados en Asturias.

Se avecina una nueva pelea dialéctica en torno a una especie tan emblemática como conflictiva. Como en toda cuestión de debate intenso, conviene no caer en talibanismos pero tampoco parece lícito que la Administración se ponga descaradamente del lado de una parte.

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