La Federación Socialista Asturiana cumple 120 años. Enhorabuena. A nadie en esta región se le hurta que el PSOE ha tenido participación esencial en el proceso de construcción de la comunidad autónoma. Ninguna pieza en el tablero del ajedrez político regional ha hecho más movimientos que los socialistas durante décadas por vertebrar Asturias, por abarcar un proceso de modernización basado en criterios de solidaridad y progreso. Si ser asturiano es un orgullo, los socialistas trabajaron más que nadie en favorecer ese empeño.
Llegados a ese punto, y casi siglo y cuarto después de la efeméride fundacional, ¿se plantean los dirigentes socialistas asturianos con mando efectivo una celebración acorde con tamaño aniversario? Y de ser así, ¿no creen que se trata de una ocasión única para promover un debate interno, de hacer un esfuerzo de integración entre las distintas sensibilidades regionales dentro del partido?
Aún más, ¿existe la opción del debate sereno o se ha ordenado el ahogamiento de la disidencia? ¿Qué tienen que decir de la deriva izquierdista del PSOE, seguramente azuzada por la necesidad de preservar el poder, aquellos que mandaron en el PSOE asturiano y que lo llevaron a las praderas de la socialdemocracia? ¿No recomendaría el aniversario abrir las puertas de las casas del pueblo para estimular desde ellas el sentido crítico que fue norma y bandera de este partido señero?
Aireen las sedes socialistas como las aulas de los colegios, de par en par, dejen que circule por sus dependencias aire fresco. Y celebren, como demanda la militancia, asambleas en suspenso con la excusa de la pandemia. Debatan y discutan. Huyan del riesgo monolítico que les aleja de la sociedad a la que dicen servir.
