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Eduardo Viñuela

“Música urbana”, mucho más que perreo y reguetón

Bad Gyal hace vibrar El Bibio y llena Metrópoli

Hubo “perreo” y síncopas de reggaetón, sí, pero redicir lo que sucedió el viernes en la plaza de toros a eso es no querer abrir los ojos (ni los oídos) a todo lo que hay en una música que triunfa masivamente entre el público joven. Y es que han pasado diecisiete años desde la irrupción de “La gasolina” de Daddy Yankee, y los caminos del reggaetón se han cruzado y fusionado con otros estilos para configurar un panorama ecléctico que se quiere abarcar con la ambigua etiqueta de “música urbana”. De hecho, el viernes se escuchó más rap, trap y dancehall que reggaetón y la música se cantó mucho más que se bailó, y no sólo por las medidas anticovid, que se cumplieron en todo momento.

“Música urbana”, mucho más que perreo y reguetón

El gijonés Enol BC abrió la tarde con el hándicap de casi solaparse con los penaltis de España en la Eurocopa, pero el rapero salió al escenario con actitud y fue metiéndose en el bolsillo a los asistentes que poco a poco iban entrando en el Bibio. Enol presentaba en casa un repertorio nuevo con bases en las que la electrónica se da la mano con el power pop y el rock y un rapeo que no renuncia a la melodía en temas como “La Herida”, “Como un safari” o “Limón”, con el que cerró su actuación en el coso de El Bibio.

Salió, a continuación, Ptazeta, una de las revelaciones musicales del año. Esta canaria saltó a las tablas como un torbellino y dominó el espectáculo desde el primer momento. La energía que imprime a su fraseo cobra más fuerza con el timbre agudo de su voz, que se impone con autoridad a las bases, pero esta trapera sabe modular y manejarse en diferentes registros y mueve el discurso de sus temas a voluntad, parando y estilando con facilidad los versos de temas como “Todo bien”. “Nena, no me llores” o “Mami”, su gran éxito, que el Bibio cantó a una sola voz.

La estrella de la noche llegó con la plaza llena y el público en su punto. Bad Gyal arrasó con un espectáculo medido al milímetro en el que no faltaron cañones de humo, pantallas y un cuerpo de baile que arroparon a la catalana como si fuera una diva. La catalana ya tiene incluso título, “la reina del dancehall”, y defiende su corona con un espectáculo a la altura. Abrió con “Pussy” y sus “súbditos” enloquecieron, a partir de ahí, el concierto fue una hora de música ininterrumpida, un desfile de éxitos celebrados por los asistentes que se fueron imbricando acertadamente para que el show no perdiera intensidad. Sonaron temas de su último disco, “Warm up”, como “Gasto” o “Judas”, pero fueron sus “clásicos”, como “Santa María” o “Alocao” los que más entusiasmaron. El obligado cierre con “Fiebre” puso el broche a una jornada que demuestra el buen nivel de la denominada música urbana en nuestro país y al numeroso público con la que cuenta.

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