El debate debería servir para intercambiar propuestas pensando en la mejora del bienestar de los asturianos. Sin embargo, la experiencia nos dice que sólo servirá para que gobierno y oposición se reafirmen en sus posturas. Un diálogo de sordos. Barbón puede presumir, y presumirá, de una solvente gestión de la pandemia, al menos comparándola con otras regiones españolas. Sin embargo, el reto ahora ya es otro: salir de la crisis económica, una crisis endémica en el caso de Asturias. Así lo demuestran los últimos datos, según los cuales los casi 65.000 desempleados asturianos colocan al Principado en la cola de las regiones con más paro en España. Una vez más, habrá que pedirle al presidente que saque partido de sus buenas relaciones con Madrid, pero ya se sabe que a los amigos, como no se quejan, siempre se les suele dejar para el final en el reparto. El amigo de Madrid está centrado en solo dos territorios y en contentar a sus socios, y Asturias no está entre sus prioridades. Por si hubiera pocos problemas, el conflictivo asunto de la cooficialidad, que tanto está polarizando a los asturianos, acaparará la atención del debate, restándola de asuntos urgentísimos y pendientes de la región. En este, y en todos los demás temas, es necesario recordarle al presidente, por obvio que parezca, que es su obligación gobernar para todos los asturianos y no solo para aquellos que le son fieles, cuando no útiles para seguir gobernando.
