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Carmen Pérez Novo

Drogas legales

El consumo de ansiolíticos y el valor de la respiración

Accesibles, baratos y de acción rápida, lo cierto es que el uso de ansiolíticos no para de crecer. Según un informe del Ministerio de Sanidad, su consumo, en España, ha crecido hasta llegar a las 55 dosis diarias por cada 1.000 habitantes, lo que supone que un 5,5 de los españoles, más de dos millones, los toman a diario. Hablamos de drogas legales, cuyo uso se inicia, a veces, por prescripción de un facultativo y acaban tomándose de forma descontrolada, sin receta y sin supervisión médica. Rafaela Santos, neuropsiquiatra, que atiende a pacientes de todas las edades, subraya que le llegan personas de 60 años que llevan tomando este tipo de pastillas desde los 40 ¡Muy fuerte! Y es que, según las encuestas el 2,4% de los jóvenes, entre 15 y 34 años, toma ansiolíticos a diario y el 12,4% los ha consumido alguna vez. Y, ¿para que se usan? Pues, fundamentalmente, para tranquilizarse, dormir o afrontar problemas de la vida. Empiezan a consumir de forma puntual para un examen o porque algo les hizo sentirse fatal, sin darse cuenta de que toman algo muy fuerte y adictivo ¿Y cuál es la raíz del problema? Pues según los expertos, por un lado está la sobreprotección, que no les ha permitido aprender a tolerar la frustración. Por la otra, la importancia de la vida digital, ya que se comparan mucho con los demás en las redes sociales y eso genera ansiedad y frustración. En definitiva, son personas que no toleran la ansiedad que les provoca vivir

¡Asunto complicado, sí señor! Por eso, no estaría de más que tuviéramos muy presente que la ansiedad es una reacción emocional muy útil. Nos activa ante los problemas. Estar ansioso, de forma puntual, no es debilidad. Eso es una mala interpretación de las emociones. Lo que si tenemos que aprender es a manejar las emociones y el estrés, aprender a reinterpretar los problemas y a relajarse. De ahí que, una alternativa a los ansiolíticos, son las técnicas de relajación, como la respiración diafragmática lenta y profunda. Con una mano en el pecho, otra en el abdomen, se hace una inspiración por la nariz, sintiendo como el abdomen se eleva y el pecho apenas se mueve. Después, tras aguantar unos segundos con los pulmones llenos de aire, se espira el aire por la boca y, siempre, con la atención puesta en la respiración.

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