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Eduardo González Viaña

Un oso en la corte de Isabel

Un personaje de ficción muy real

Se trata de un joven que llegó a Londres como inmigrante ilegal y que, la semana pasada, ha tomado el té nada menos que con la reina Isabel de Inglaterra.

Como ya ustedes lo adivinan, se trata del oso Paddington. En dos minutos de vídeo, la BBC lo muestra, frente a una sonriente reina de 96 años celebrando su Jubileo de Platino. Aunque el oso exhibe los modales de un adolescente no muy bien educado, un alto y ojiverde camarero hace gestos reprobatorios sin lograr impedirlo.

Pero, ¿quién es nuestro personaje? El peruano más conocido de Londres es un joven inmigrante de sombrero rojo que lleva un sánguche de mermelada de naranja en el bolsillo y una moneda de un sol cosida en el interior de su chaleco. Lo llaman el Oso Paddington.

En realidad, no solo lo llaman así. Es un oso de verdad que, según los cuentos infantiles, llegó aquí desde “el remoto y oscuro Perú”. En ese país –según leen los niños ingleses– su anciana tía estaba a punto de entrar en un asilo y, para salvarlo del desamparo, lo embarcó para Inglaterra vestido con un elegante saco rayado de lanilla. Un pequeño letrero colgando de su cuello decía: “Por favor, cuiden a este oso. Muchas gracias”.

Una encantadora familia británica lo adoptó y le puso el apellido Paddington por la estación del tren en que lo encontraron.

Paddington fue creado bajo la inspiración de los niños refugiados en Reino Unido, y de allí le vienen su mal inglés y la moneda cosida a su abrigo, algo que hacen las madres de los inmigrantes.

Cuando se filmó una película (2014), un abogado especializado en migraciones analizó su caso y señaló que, debido a la intolerancia de los racistas, su joven cliente corría el peligro de ser arrestado.

Con el tiempo, el oso peruano se ha convertido en símbolo de amor y comprensión que exhorta a acoger a los extranjeros con la mente y el corazón abiertos.

Su cándido rostro es tan peruano y tan simpático como el mango, la palta, el camote, la chirimoya e incluso el kion que tienen gran acogida en Europa.

Lo que más me ha asombrado aquí, en España, es que, junto a nuestros recursos agrícolas, así como el oso Paddington, la poesía también puede ser uno de nuestros primeros productos de exportación.

Les diré por qué. En Sevilla, durante abril, organizamos en congreso académico mundial en homenaje a César Vallejo. Ante nuestro llamado, centenares de jóvenes se reunieron a la entrada de la catedral y durante dos horas hicieron un recital de poesía peruana.

Antes de la pandemia, visité Londres. Cuando el oficial de Inmigración sellaba mi pasaporte, se me ocurrió que pensaba: “Voy a decirle a mis niños que he conocido a un caballero del país de Oso Paddington.

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