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Entrega a la Policía una cartera con 6.500 euros olvidada en su sidrería en Cangas

"Vinieron llorando a agradecérmelo", dice Carlos Turrión de los dueños del dinero, una pareja de turistas

Carlos Turrión, ayer, a las puertas de su negocio en Cangas de Onís. J. M. CARBAJAL

"Me enseñaron desde pequeño a no quedarme con algo que no era mío". Así resume Carlos Turrión Peláez, gerente de la Sidrería "Picu Urriellu", localizada en la peatonal calle San Pelayo, en la ciudad de Cangas de Onís, el hecho de devolver un bolso de hombre, en cuyo interior había una cartera que contenía 6.500 euros en efectivo, además de varias tarjetas de crédito y otros utensilios personales, a una pareja de turistas que la habían dejado olvidado en su establecimiento, en la tarde del pasado lunes, tras almorzar en el mismo.

"¡Mira que me hacían falta!", aseveró ayer Carlos Turrión entre bromas, sin darle importancia a la buena causa realizada. Los forasteros -un matrimonio, de mediana de edad- estuvieron comiendo en la sidrería y sobre las cuatro y media de la tarde se marcharon, pero olvidaron el bolso en una de las sillas que ocuparon. Percatado el dueño del citado establecimiento de hostelería, una vez abrió el bolso, quedó atónito al contemplar la cantidad de dinero: "Eran algo más de 6.000 euros, así como varias tarjetas".

Ni corto ni perezoso el empresario hostelero trató de contactar con la Policía Local de Cangas de Onís, cuyos agentes estaban llevando a cabo un servicio en el pueblo de Villanueva, donde se produjo un escape de gas que, horas después, sería controlado.

Simultáneamente, se puso en contacto con el 112 a los que les explicaría la situación. El dilema fue solventado por la propia Policía Local canguesa, quien se hizo cargo del bolso con todas sus pertenecías, entre ellas los 6.500 euros en metálico, distribuidos en pequeños fajos de 1.000 euros.

La pareja fue localizada finalmente. Alrededor de las seis de la tarde, los turistas se acercaron de nuevo a la sidrería "Picu Urriellu", tras recuperar el bolso en las dependencias de la Policía Local de Cangas de Onís, para agradecerle, personalmente, a Carlos Turrión la deferencia.

"Vinieron llorando. Me ofrecieron 100 euros, pero les comenté que no quería nada", manifestó el empresario. Eso sí, quedaron en volver en otra ocasión a almorzar o cenar en el mismo sitio. Sin lugar a dudas, toda una buena causa en una época bastante convulsiva.

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