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Monumento al emigrante, que no indiano

El artista Ramón Alzola trabaja en una estatua en homenaje a los que se fueron allende los mares sin futuro definido, una "deuda pendiente"

Ramón Alzola, trabajando en la escultura. EVA SAN ROMÁN

Tenía que coger un barco. Aquel día empezaba el resto de su vida. No quería irse, pero tenía que hacerlo. Se vistió con la única chaquetona que tenía. Llevaba dos botones, tal vez nadie se diera cuenta de que uno de ellos estaba medio roto. Guardó el billete en uno de los bolsillos.

Emprendió su camino con "unas botas ordinarias" que pisaban con miedo y firmeza un camino pedregoso. Agarró con fuerza su maleta, lo único que tenía, lo único que llevaba. Y se despidió, con un rictus serio, y triste, con una mano izquierda que se movía a cámara lenta diciendo adiós.

Y así partió fuera de su tierra allende los mares. Tal vez, si un día volvía, adinerado, fuera un indiano. De momento, sin nada más que la esperanza de una vida mejor, era un emigrante.

Hubo miles en Asturias. Sobre todo en la comarca oriental. Y de ellos saben mucho en Colombres, que aunque se convirtió en la capital indiana, tenía una deuda pendiente con quienes no volvieron y sólo fueron eso, emigrantes.

Así las cosas, el Ayuntamiento de Ribadedeva ha encargado al artista Ramón Alzola una escultura que les represente. Le ha costado, con cargo a los presupuestos del próximo año, 13.000 euros, y se colocará a primeros de año, dice el alcalde, Jesús Bordás, en una de las calles de Colombres, con probabilidad cerca de la Casa de Piedra, aunque el sitio no está aún decidido.

La escultura mide 1,72 metros y Alzola ha decidido hacer el molde con escayola, una técnica que utilizó por primera vez, pero que ya domina. "Los emigrantes fueron a sobrevivir, a aportar dinero a la familia, por eso tenía que representar aquello, no se iban felices, llevaban la cabeza alta, pero se iban preocupados", explica el artista, que intentó plasmar esa visión en una escultura "muy realista y clásica" que ahora se forjará en bronce.

Alzola había comentado un día a Bordás que en Ribadedeva siempre "rendían homenajes a los indianos, pero tenían una deuda pendiente con los emigrantes". Al regidor le entusiasmó la idea de poder representar algo tan vinculado a su tierra y propuso al artista de Buelles (Peñamellera Baja) que materializara aquella idea.

Le valió el novio de su hija para vestirlo como un emigrante y sacarle una foto en la que basar su composición y su boceto. Elaboró una estructura, se ayudó con espuma y comenzó a trabajar con la escayola. "Me llevó mucho tiempo, no sabría decirte cuánto, he ido poco a poco, sin prisa", asegura.

Y el resultado estará a pie de calle muy pronto como una forma de recordar a quienes se fueron en busca de un destino que en su tierra no era halagüeño.

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