Con la constancia, su mejor herramienta, el Orfeón Donostiarra se ha llevado el premio «Teatro Campoamor» por su contribución significativa al mundo de la lírica. Al coro lo avalan más de 110 años de trayectoria continuada, en los que su afán de superación, así como su capacidad para afrontar nuevos y diversos retos, la ha situado como la mejor formación coral que puede escucharse ac_tualmente en España. «Este galardón supone un aliciente para el Orfeón. Nos sienta bien comprobar que la gente nos sigue», agradeció José Antonio Sainz Alfaro, el director de la formación desde 1986.

El Orfeón Donostiarra, que recibió el premio «Príncipe de Asturias» de las Artes en 1984, es un coro eminentemente sinfónico, que destaca por sus actuaciones junto a importantes orquestas del ámbito internacional y los solistas más laureados, y bajo las órdenes de los directores de referencia. «Durante su larga historia, el Orfeón ha sabido llevar el camino acertado», anotó Sainz, que destacó la política rigurosa de ensayos y la capacidad de superación del coro vasco. Desde sus inicios, el Orfeón mantiene su carácter amateur, aunque con una dedicación de agrupación profesional, capaz de ofrecer una media de hasta cuarenta conciertos al año. Su repertorio alberga un centenar de obras sinfónico-corales, más de cincuenta títulos de ópera y zarzuela y otro buen número de obras de folclore y polifonía.

En sus cimientos, el coro reunía voces graves cuyo interés se centraba en la interpretación de música vasca y en la difusión de sus primeros cantos dentro y fuera de su comunidad. «En el año 1910, el grupo pasó a ser mixto y empezó a trabajar el repertorio sinfónico», relató Sainz, quien entró en el Orfeón como barítono en 1974. Más tarde, fue asistente de la anterior batuta, Antxon Ayestarán, tras desarrollar su labor de dirección en la Coral «San Ignacio», fundada por el Padre Garayoa, y a través de la Federación de Coros de Guipúzcoa, marco en el que desarrolla una importante labor pedagógica. A Sainz le fue concedido el premio «Ojo crítico de música» de 1992.

Las voces donostiarras acometen el repertorio lírico a través de las versiones de concierto o las grabaciones, como sus discos de zarzuelas de los años cincuenta, en los que aparecen nombres como el de Ataúlfo Argenta en la dirección. «Por sus características, al Orfeón le resulta complicado afrontar los viajes y los ensayos», explicó Sainz. No obstante, el director resaltó el «Fausto» que el coro interpretó en 1999 en Salzburgo, con montaje de «La Fura des Baus». En Oviedo, la afición lírica todavía recuerda el éxito de la «Carmen», ópera en la que el Orfeón compartió las tablas del teatro Campoamor con José Ca_rreras y Elena Obraztsova. La grabación de «Otello» con la orquesta «Oviedo Filarmonía» y la interpretación del «Réquiem» de Verdi, junto a la Sinfónica Asturiana y el Coro de la Fundación Príncipe de Asturias, fueron las últimas visitas del Orfeón.

Para Sainz, formar parte de «la descentralización y la profesionalización que vive actualmente la lírica» es un orgullo. «La calidad de los coros que en España se dedican a la lírica va in crescendo», afirmó el director.