L. S. NAVEROS

«Una obra moderna, vanguardista, pero que integra la tradición, como Oviedo». El alcalde, Gabino de Lorenzo, definió con estas palabras la escultura «Construcción para un encuentro», de la madrileña Mayte Alonso, que ha sido instalada en la Losa de Renfe y que ayer fue donada oficialmente a la ciudad por la empresa Sacejo. De Lorenzo habló como cierre de un acto al que asistió un centenar de personas y que contó con la complicidad de las nubes, que esperaron respetuosamente a que todo acabara para ponerse a llover.

La escultura es muy singular: una bóveda de arcos entrelazados de acero corten, que proyecta en el suelo de caliza blanca su sombra, en mármol negro. «He podido hacer realidad un sueño, reflejar la escultura junto a su sombra. Os dejo una vista soleada de Oviedo, que a veces sí necesita un rayo de sol. Esta sombra vincula la escultura, en un medio muy urbano, a la naturaleza y funciona un poco como un reloj de sol: habrá una doble sombra, una buscará la coincidencia con la otra, y espero que averigüen en qué fecha sucede». La escultora Mayte Alonso ofreció estas claves para entender su obra, que sin duda llevará a muchos a la reflexión. «Claro, boba, había que esperar a que saliera un poco el sol, para ver las dos sombras», comentaban dos mujeres mayores, entre los curiosos que asistieron al acto de donación. Porque cuando acabaron los discursos, y antes de que empezara a llover, la escultura tuvo hasta su rayo de sol para ejemplificar el juego de sombras que promete su autora.

El presidente de Sacejo, Juan García, fue el auténtico protagonista del acto de donación de esta escultura, con la que pretende hacer un homenaje público a un sector, el de la construcción, que padece «un escaso reconocimiento social, pese a su profesionalización y su rigor». García insistió en que con la convocatoria del Premio Internacional de Escultura «Sacejo», que culminó ayer con la donación a la ciudad de Oviedo de la obra ganadora, ha querido rendir un tributo a un mundo «en el que estoy desde que tuve conciencia como ser social, allá por los años cincuenta, y en el que he tenido grandes maestros». El empresario destacó la implicación que ha tenido en el proyecto su esposa, Pilar Giraldo, y la profesionalidad de las empresas que han trabajado para hacer realidad la escultura, que tuvo su mayor reto técnico en la creación de las sombras, «para lo que hemos recuperado el oficio, casi olvidado, de incrustación en piedra», ya que se ha hecho casi manualmente, taraceando mármol negro sobre caliza blanca.

En representación del Ayuntamiento intervino el concejal de Patrimonio, Iván de Santiago, que destacó que la obra, que homenajea al sector de la construcción, se alza sobre la Losa, una de las obras «que nacieron en la mente de nuestro alcalde y hoy son una realidad» que representa al Oviedo más moderno.

Gabino de Lorenzo intervino un poco de espontáneo -no se esperaba que hablara, pero se animó- recordando una anécdota en la que, en la presentación de un libro sobre fútbol y tras numerosos y largos discursos, el ex futbolista Di Stéfano le pidió «sé cortito, che». Fue cortito, pero no dejó pasar la oportunidad de encomiar al sector de la construcción, «que en España es de los mejores del mundo», y que, en su opinión, sí tiene reconocimiento social. Y se refirió a la crisis que atraviesa: «Si vienen malos tiempos, es porque antes los hubo mejores. No pasa nada».

Entre el público, muchos constructores, el presidente de la FADE, Severino García Vigón; el del Centro Asturiano, Alfredo Canteli; el secretario general de UGT, Eduardo Donaire, y arquitectos como Emilio Llano o Felipe Díaz Miranda, que ya formó parte del jurado del premio, junto a críticos de arte como el de LA NUEVA ESPAÑA Rubén Suárez, o Luis Feás. Todo acabó con un vino español.