En 1976 Garret Brown inventó la «steady-cam», cámara que se monta sobre el cuerpo del operador para filmar imágenes subjetivas, desde el punto de vista del personaje, una especie de relato en primera persona. Recurre mucho a ella el cine independiente, como si careciera de medios para comprar trípode. La cámara incorpora una amortiguación para paliar movimientos indeseados y estabilizar las imágenes. Kubrick la utilizó mucho, empezando por la espeluznante escena del niño de «El resplandor», cuando recorría en triciclo los pasillos del hotel; «Arizona baby» (de los Coen), «El proyecto de la bruja de Blair», «La boda de Rachel», «El luchador» (me harté de la espalda de Rourke)... Pronto se la fijarán en el cogote a Ronaldo, y nos la colgarán a los hombres de donde yo me sé, ahora que con las Priligy protagonizaremos largometrajes de cuatro minutos.