P. G.

Con menos joyas y sin polvorones. La estética de crisis marcó el primer concierto del año en la capital del Principado. Un inicio musical de altura, pero que en los atuendos de los asistentes transmitió austeridad. Al menos, a primera vista.

A pesar del frío, el Campoamor congregó muchos menos abrigos de piel que en años anteriores. Tampoco hubo señoras de largo ni caballeros con pajarita. En parte, por la mezcla en las butacas del Campoamor de rostros conocidos entre los aficionados a la música del Oviedo «de siempre» con melómanos que prefieren no entrar en el juego del vestuario y acuden sólo por la música. Lo que unos y otros sí echaron de menos fueron los polvorones de años anteriores. En las barras del teatro hubo sólo champán y agua.