Lucía GAYO

«Estamos hartos, esto no puede continuar así, esta situación no se puede consentir», afirma un vecino del barrio ovetense de La Corredoria, que lleva sufriendo desde hace casi un año una oleada de robos que afecta a bares, comercios y vecinos.

La semana pasada los vecinos de La Corredoria pidieron a la Junta Local de Seguridad soluciones de manera inmediata para evitar que este problema vaya a más.

En los últimos años La Corredoria había lavado su imagen de barrio conflictivo gracias a la ampliación del barrio en nuevas urbanizaciones como Prado de La Vega. Pero desde hace un año la imagen del barrio se ha visto otra vez dañada por esta serie de hurtos.

«Son demasiados los robos que se llevan cometiendo en el barrio y, además, se producen casi todos los días, incluso hay ocasiones donde se produce más de un robo al día. Habitualmente son por la noche, pero a las siete o siete y media de la mañana también suelen delinquir», comenta preocupado Diego Fernández, vicepresidente de la Asociación de Comerciantes de La Corredoria.

El sistema de actuación de esta banda es siempre el mismo. Rompen las lunas de los bares o comercios para entrar dentro de los establecimientos. «Desmontan las alcantarillas de las calles y las lanzan contra los cristales para romper la luna del sitio al que quieren entrar. Muchas veces no es tanto lo que roban, sino los desperfectos que dejan en los locales. Hay otras ocasiones en las que fuerzan las puertas, pero en la mayoría de los casos se dedican a romper las lunas para entrar a robar», explica el vicepresidente de la Asociación de Comerciantes.

Ante estos hechos, la Policía puso a varios coches y agentes a patrullar por el barrio ovetense, pero los vecinos se quejan de que no es suficiente y reclaman a las fuerzas de seguridad vigilancia constante en La Corredoria, sobre todo por las noches. «Cuando roban en algún local, al existir una denuncia sí que se ve mucho movimiento de Policía por el barrio, se ve a varios coches patrulla por la zona, pero al cabo de tres o cuatro días como la cosa está calmada se marchan», cuenta Diego Fernández.

Los vecinos del barrio tienen, dicen, una idea de quiénes son estos delincuentes y se quejan de que las autoridades no les impongan castigos más duros. «Más o menos se sabe quiénes son, y lo peor es que son menores. Supongo que lo harán inducidos por algún mayor o, bueno, también lo hacen porque quieren. Lo que no puede ser es que estos menores no estén controlados por sus padres, o en otro caso, por los servicios sociales, por el Principado o por las autoridades competentes. Además, lo que no se puede consentir es que se dediquen a colgar en las redes sociales las fechorías que cometen», se queja Charo, secretaria de la Asociación de Comerciantes de La Corredoria.

Afortunadamente, los robos se han producido sin violencia y ninguna persona ha sufrido algún daño físico en ninguno de los actos cometidos durante este último año.

«A nosotros nos han entrado a robar muchísimas veces. Para ser más exactos en los últimos seis meses habrán entrado en siete u ocho ocasiones, la última vez sería hace un mes más o menos. Además, en junio nos entraban una vez a la semana, aquello era increíble. Ante esto decidimos poner verjas, pero lo que hacen es romper una de las ventanas principales», relata Verónica Lebrón, empleada de uno de los locales afectados por esta serie de robos.

Los ladrones buscan siempre los objetos de valor que hay en los establecimientos y en el caso de los bares van siempre a por las cajas y a por las máquinas tragaperras. «Siempre van a por la máquina tragaperras, aunque la última vez se llevaron más dinero y también botellas de diferentes bebidas», explica la empleada.

«Recuerdo que una vez la Policía pudo coger a los ladrones, pero claro no les pillaron robando, por lo que les dejaron marchar sin problemas», comenta Verónica Lebrón. Los dueños de diferentes negocios, hartos de que les hayan entrado a robar en más de una ocasión y viendo que la vigilancia de la Policía no era la suficiente, han decidido quedarse por las noches y hacer guardias en sus locales. «Una noche mientras estaba vigilando mi negocio vi que bajaba un coche con las luces apagadas y se quedó delante de él y miraban a ver si yo me iba. No se puede consentir que hagan esta especie de controles de vigilancia para robarte», relata la secretaria de la asociación.

«Los que entran a robar en mi negocio viven en el edificio de enfrente, así que no me ha quedado más remedio que tener que montar guardias. Mi hermana se queda hasta las cinco de la mañana y, después, mi cuñado hasta las siete. Así es la única forma en la que no entre nadie», explica Covadonga Fernández, propietaria de un negocio que se ha visto afectado en varias ocasiones por esta oleada de robos.

«La última vez sería en abril o en mayo, me rompieron la caja y se llevaron 800 euros y, además, hay que sumarle los gastos de los destrozos que dejaron», cuenta la propietaria.

«La Policía sabe quiénes son y no pueden hacer nada porque son menores. Al que se supone que hace como de cabecilla del grupo le mandaron al centro de menores, pero a los dos meses salió y volvió a delinquir», se queja Covadonga Fernández.

«Tengo que montar guardias por las noches en el bar para evitar que me entren a robar»

<Covadonga Fernández >

Propietaria de un negocio

«Hubo una vez que la Policía cogió a los culpables, pero al no estar robando no les pudieron hacer nada»

<Verónica Lebrón >

Empleada de un local afectado por la ola de robos

«Desmontan las alcantarillas de las calles y las lanzan contra los cristales para romper la luna de los locales a los que quieren entrar»

<Diego Fernández >

Vicepresidente de la Asociación de Comerciantes de La Corredoria